Hablar con Atsumu sonaba más complicado de lo que era. Kiyoomi estaba parado en su puerta desde hace veinte minutos golpeando y este no le contestaba: Estaba seguro de que era porque sabía que era él y jamás le abriría.
Kiyoomi quería llorar y llamar a Taeda para decirle que todo había fracasado. Adiós a volver a hablar con Atsumu, ya no eran nada. Los entrenamientos seguramente iban a ser demasiado aburridos e incómodos. La pasaría mal, sería su fin en los MSBY.
—¿Omi-kun?
Dio un saltito en su lugar, dándose vuelta rápidamente. Atsumu estaba parado frente a él, con bolsas de compras, mirándolo confundido. Omi se sintió un adolescente: Nervioso y balbuceante, casi como si lo hubieran pillado. Se sonrojó.
—¿Qué haces aquí?
Después de casi tres semanas pudo ver a Atsumu. Luce tan bonito como la última vez que lo vio, aunque hay ojeras debajo de sus ojos y luce cansado. Omi mira las bolsas en sus manos y se agacha, para tomarlas.
—Déjame hacerlo por ti...
—¿Qué? No, aléjate —Atsumu se hace para atrás, mirándolo con el ceño fruncido—. ¿Qué haces aquí?
Kiyoomi suspira. La mirada molesta del teñido lo hace inquietarse, llevando su ansiedad al máximo; sin embargo se queda en silencio y suspira, recordando las palabras de su terapeuta.
—Quisiera hablar contigo.
—Yo no. Sal de mi puerta.
Kiyoomi niega.
—Por favor.
—Que no —da un paso adelante pero Omi pone su brazo, impidiéndole el paso—. Si no quieres saber nada del bebé, tampoco sabrás de mí. Vete.
—Atsumu, por favor.
—Te dije que no —Intenta pasar pero es inútil—. Kiyoomi, ya vete. No gastes tiempo en esto.
El pelinegro suspira ruidosamente y lo mira. Atsumu tiene la mirada en su brazo.
—Solo escúchame.
—¡Te dije que no! —exclamó, alzando los ojos. Omi lo mira con sorpresa, encontrándose con su mirada cristalizada—. ¡¿Por qué debería escucharte!?
—Porque quiero hacerme cargo del bebé.
—¿Y a la semana me dirás que no? —pregunta dándole un empujón—. No me vengas con esas mierdas.
Temblando pone la llave y abre la puerta. Atsumu no se ha levantado de buen humor: Toda la mañana ha estado vomitando y el no entrenar lo tiene peor. Hace frío y vive orinando, así que todo está mal. Como plus, encontrarse a Kiyoomi en su puerta no es bueno. No quiere verlo a pesar de que lo llore por las noches.
Intenta cerrar la puerta pero Omi ya está entrando a la casa. Atsumu va a llorar si no se va.
—Vete.
—No —Kiyoomi cierra la puerta detrás de él—. Me iré cuando me hayas terminado de escuchar.
Atsumu deja las bolsas sobre la mesa y lo mira.
—¿Por qué debería escucharte? Dame una puta razón.
—¡Porque estoy haciendo esto por ti y por el bebé! —alza la voz, cansado.
Atsumu lo mira sorprendido.
Se saca el cubrebocas rápidamente y no duda en acercarse a él, tomándolo de los brazos. El teñido lo mira congelado, sin entender realmente qué es lo que pasa.
—No beberé una gota de alcohol nunca más —Jura apretándolo—. Empecé terapia, voy tres días a la semana y hace dos días estoy con el doctor Taeda. Él me está tratando.
—No me importa —murmura.
—Estoy empezando a tratar todos mis problemas con él porque soy un idiota, porque te grité que no quería a ese bebé cuando en realidad sí —Sube sus manos hasta sus mejillas. Atsumu aprieta sus labios—. Estoy dispuesto a cuidar a ese niño pero necesito que entiendas que tengo mucho miedo.
—¿Y crees que yo no? —Se aleja rápidamente—. No hay noche que duerma tranquilo porque tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno-
—Para el bebé —continua. Atsumu desvía la mirada—. Estoy haciendo hasta lo imposible para mejorar, pero por favor hablemos todo bien. Atsumu, por favor.
—No quiero.
—Sé que arruiné todo pero...
—No puedo confiar en ti otra vez —suspiró, mirándolo—. ¿Qué tal si lo hago y recaes? ¿Qué tal si el niño tiene diez años y ve a su padre bebiendo en una esquina?
—No va a pasar. No permitiré que pase —Kiyoomi niega—. Te juro que cambiaré, no te fallaré nunca más. Seré el mejor padre de todos. Por favor, Atsumu, tienes que creerme.
Sus ojos han llegado al punto de cristalizarse. El teñido lo mira apretando sus labios, pensativo.
¿Darle otra oportunidad a Kiyoomi? Suena suicida. ¿Y si lo lastima otra vez? No quiere sufrir más, suficiente este último mes, pero tiene mucho miedo de aceptar al pelinegro otra vez en su vida y este lo arruine.
Pero los ojos de Kiyoomi lucen esperanzados. Pareciera que puede tirarse al precipicio por él si lo sigue mirando así. ¿Realmente podrá confiar? ¿No lo decepcionará? Ha dicho que ha empezado terapia y que cambiará...
—¿Juras que estás diciendo la verdad?
Kiyoomi asiente lloroso.
Atsumu suspira.
—Está bien —Omi vuelve a respirar—. Pero... —Atsumu aclara su garganta—. Si vuelves a arruinar esto... despídete de mí.
—E-Está bien.
Y así es como, sin saber que decir, un silencio incómodo empieza. Atsumu está perdido en su mente, preguntándose si tomó una buena decisión, mientras que Kiyoomi lo mira. Quiere besarlo ahora mismo, pero teme dar un paso más y que el teñido lo golpee.
Atsumu piensa qué deberían hacer ahora. ¿Omi debería irse? Esto no es una serie, no habrá un salto de tiempo que mejorará la incomodidad de un segundo al otro. Detesta que la vida real se trate de procesos y de comunicación. Si fuera por él, sería el personaje de una serie promedio para no tener que sufrir tanto como lo hace diariamente.
Decide bajar su mirada hasta las bolsas que compró y suspira, rompiendo el silencio incómodo. Esta es la única forma que tiene de volver a tener algo con Omi.
—¿Quieres quedarte a comer?
Pregunta, resignado a que tendrá que, en algún momento, volver a tener a Omi en su casa. El pelinegro parpadea todavía lloroso y asiente.
—Está bien, pero tú cocinas —Atsumu vuelve a decir sin mirarlo—. Sabes que no me gusta cocinar.
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The Baby and The Sugar Baby | Sakuatsu
Fanfiction-Omi, espera. -¿Justo ahora? -Tengo... no, necesito decirte algo... -¿Qué pasa? -Estoy esperando un bebé. Silencio. Puro silencio. -¿De? -Ti. Vóley, dinero, sexo. Es lo único importante en la vida de Atsumu y Kiyoomi. Hasta que a las cuatro de la ma...