Jiraide no esperaba tener tanta gente en su casa, es decir, a Rin, Kakashi y Obito.
En realidad, ellos terminaron ahí por alguna razón que ella desconocia.
Estaban sentados en la pequeña mesa que tenía un poco más alejada de donde ella estaba cocinando.
—Tu casa es muy bonita —comentó Rin —¿Tus papás están fuera?
—Si, algo así —respondió Jiraide, no era mentira, estaban fuera, en el cementerio.
—¿Y cuando regresan? —cuestionó Kakashi para no ser tomado por sorpresa por la llegada de los dos adultos.
Jiraide soltó una leve risilla, pero no parecía divertirse mucho.
—Están afuera, en el cementerio, creo que es imposible que vuelvan de la muerte ¿Cierto? —sirvió el primer plato y lo dejó frente a ellos.
—No lo creo, los míos tampoco volvieron —comentó Obito.
—Y los míos —mascullo Kakashi.
Rin se quedó casi congelada ante el comentario de los tres.
Jiraide rompió en carcajadas después de unos segundos.
—¿Por qué esa cara, Rin? Al menos yo lo he superado.
—F-Fue imprudente de mi parte.
—No, no, para nada —sirvió el segundo plato y el tercero en menos de treinta minutos, se sentó a comer en cuanto terminó.
Esta vez se sentía acompañada, era incluso raro, pero le hacía feliz ver a tres personas más frente a ella.
Obito también pensaba lo mismo, Kakashi también, Rin también, ella a pesar de tener padres, solía desayunar, almorzar y cenar sola, su madre pocas veces la acompañaba al igual que su ocupado padre, quien era un comerciante.
Despues de la cena, terminaron jugando con un juego de mesa que Senju compró un tiempo atrás, jamás soño con usarlo, pero al fin lo hizo.
Nadie deseaba que la noche se terminara, Rin fue la primera en irse, Kakashi decidió seguirla, Obito titubeó a la hora de tomar su decisión.
—Gracias —musito el Uchiha.
—No es nada —respondió Jiraide con una bonita sonrisa —¿Nos vemos mañana?
—Si —respondió observando el rostro ajeno.
Sus manos sudaban y el corazón le latía a mil, le confundió su sentir, se suponía que le interesaba Rin.
¿Entonces por qué sentía eso?
La cara de Jiraide era muy bonita, tal vez era eso, no un verdadero enamoramiento.
—¿Estas bien? —cuestionó la rubia pasando una mano frente al rostro del azabache.
Obito se sobresalto.
—A-Ah, si, estoy bien ¿Por qué preguntas?
—Te fuiste de pronto —soltó una risilla, se inclinó hacia él —¿Que te pasa estos días? Actúas raro.
—Na- ¡Nada! —exclamó dando un salto hacia atrás —¡Nos vemos mañana! —exclamó antes de salir corriendo.
Jiraide simplemente se encogió de hombros, cerró la puerta de su casa.
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