『𝟷𝟹: 𝚌𝚛𝚢𝚒𝚗𝚐 𝚌𝚑𝚒𝚕𝚍』

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El niño, de cuatro años en ese entonces, volvió a ver la rejilla que había frente a él y camino por todo el corral. Buscaba una manera en la cual podría abrir el gancho y ver que es lo que estaba sucediendo en la cocina. Desde hace un rato había escuchado a sus madres discutir y algunas cosas ser tiradas, por lo que fue automático en él querer ir a ver qué era lo que sucedida. Determinado con sus pequeñas ilusiones se acercó a la canasta de juguetes y la empujó con su poca fuerza que tenía. Sin pensarlo dos veces dejó al peluche que había estado abrazando y empezó a sacar a todos sus cosas de la canasta.

Eran pocos a comparación de años anteriores, los juguetes que rompía o desarmaba no eran repuestos como en sus anteriores años. También había logrado notar que su hogar era mucho más pequeño, ya no se cansaba tanto cuando corría solo por todos los pasillos. Podría ser pequeño, pero no tonto, y también entendió que la atención que le daba la chica cuando era niño jamás regresaría. Añoraba su vida de hace un tiempo, a pesar de que sus progenitoras suponían que al ser un bebé no recordaba nada.

Jimin terminó de tirar su pelota que le faltaba al aire y jalo la canasta de plástico. Corrió por su peluche de gatito, lo abrazo antes de subirse al objeto y usarlo como escalera para saltar al otro lado. Primero tiro el peluche y luego se lanzó él, su piecito se golpeó al sostener todo su peso, que era menor considerado al pasado. Unas cuantas lágrimas salieron, pero se recompuso rápido porque no habría tiempo de ir al médico. No recordaba cuando fue la última vez con un doctor, había pasado bastante.

El cachorro corrió a la cocina con el gato en brazos y se escondió detrás de la puerta. Inocentemente, metió sus dedos en la abertura de esta y pego su oído a la madera. Escuchaba los gritos y podía detectar las feromonas de enojo que estaba liberando su mamá.

— Quiero que te largues de aquí, Chaeyoung. — la omega respiró unos segundos antes de girarse y volver a prender la hornilla.

El pequeño logro ver como su madre trataba de abrazar a la ajena por la abertura que había entre la puerta y la pared. Jimin no entendía por qué su mamá estaba golpeando en la mejilla a quien siempre decía amar con su corazón. Quería intervenir, pero se ganaría un castigo.

— ¿No escuchaste? ¡Largo de MI departamento! — grito al sentir como su marca ardía de traición.

— Perdóname, por favor. Juro que no los veré a ver, pero no me dejes. — pidió la alfa con todo el descaro del mundo.

— ¡Que te marches!

— Escúchame, maldita sea... — Jimin tembló al ver como su mamá era jalada por la muñeca y azotada contra el mueble donde había unas verduras partidas. — Solo escúchame.

— ¿Qué quieres que escuche? ¡¿Tus excusas de cómo te fuiste con otro omega y no nada más eso, sino que también lo preñaste?! — de pronto sintió como era abrazaba por la espalda y eso no hizo más que enférmala. — No me toques, me das asco.

— ¿Quieres que los deje? Si me lo pides lo haré.

— Quiero que me dejes en paz por un segundo. — esta vez el tono de voz fue más bajo. Ya estaba cansada, sentía que si seguía discutiendo su lobo cobraría las cuentas y eso le afectaría no solo a ella, sino a su cachorro. — No quiero pensar cómo reaccionará Jimin...

— Él siempre quiso tener un hermano.

— Estás loca, ese bebé no es su hermano. No creas que se conocerán. — escupió sus palabras y empujó ligeramente a la alfa. — Perdiste todo poder sobre MI cachorro, así que espero que puedas pasar todo el tiempo posible con él antes del divorcio porque te juro que no lo volverás a ver. No después de tu infidelidad.

FILTER NIGHT || YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora