『𝙵𝚒𝚗𝚊𝚕: 𝚂𝚎𝚝 𝚖𝚎 𝚏𝚛𝚎𝚎』

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JIMIN

Cuando era un niño una vez leí en un libro de mi madre la frase "Hay un punto en el que duele tanto que no duele más"

Seguramente la persona que pensó en aquello era sumamente masoquista, tratar de plantear la idea de que hay un punto en el cual lo que te hace llorar llegara a darte igual es peligroso. Tomar una costumbre ante la idea de una falsa salvación, no hay donde ir por lo que tomar ese dolor para hacerlo un soporte se trataba de hacerte creer que estarás bien, porque ya no sufres. No te sientes mal, no hay lágrimas. Todo lo que alguna vez fue tu pesadilla se convierte en algo que pasara tarde o temprano porque te has "acostumbrado". Ya es parte de la rutina, ¿Qué más da?

Ese dicho fue algo que me repetí durante casi toda mi vida mientras me miraba al espejo y trataba de curar las heridas de mi piel. Creía que de verdad las cosas serían así, que un día mi dolor dejaría de estar presente porque ya sería parte de mi rutina. Las cosas las dejaría pasar porque en fin, no hay mucho más que hacer cuando tú eres de un tamaño bastante pequeño y el agresor representa la figura de alguien que fácilmente mide el doble que tú.

Cuando cumplí trece realmente supuse que aquel dicho se había vuelto realidad, yo ya no sentía absolutamente nada. Poco a poco, con cada castigo que, según Namjoon, merecía, observaba que el dolor en mi pecho nunca se eliminaba. Cuando en las noches abrazaba a mi peluche y sentía las memorias de una familia que alguna vez me amo, esa tristeza dominaba mi cuerpo. Quería morir porque no sentía más que dolor. La tristeza, alegría, enojos, felicidad; todo lo que signifiquen una reacción en mi ser había sido bloqueado, menos el dolor. Me comportaba como una máquina según Kim, pero seguía sintiendo esa pesadez en mi pecho.

Nunca dejó de doler, nunca dejó de ser la cosa más horrible que me había pasado. Todos los días, cada jodido día deseaba despertar y ver que era un sueño, pero los hostigamientos nunca frenaron.

El sonido de mi puerta al ser abierta de golpe fue lo que me obligó a abrir los ojos. La esencia del tabaco me indicaba la presencia de la segunda persona en el mundo que no quería seguir viendo. Mi cuerpo permanecía descansando en la cama que tenía el asqueroso aroma de Namjoon por haberme obligado a dormir con él, extrañamente sin tener relaciones sexuales. Traté de cubrir mi rostro con la manta para olvidar todo, pero los sonidos de la madera al ser pisada por Taehyung no me dejaron volver a meterme en mis pensamientos. Sus feromonas estaban por todos lados y sentía como me estaba asfixiando por lo amarga qué eran.

No había vuelto a ver a Chris luego de su "revelación". Había pasado algo de tiempo y aún no podía entender la razón, nunca le había hecho nada. Mi vida era jodida, pero lo que Tae hizo le sumo un grano de arroz a mis razones por las que quería que Namjoon entre de una vez para que acabe con todo esto con una bala.

— Lárgate de acá. — pedí mientras me volvía a girar entre las sábanas.

Mi mirada fue al gato de peluche que tenía atado al pecho el collar qué Yoongi me había entregado meses atrás. Era lo único que tenía junto a una foto de nosotras qué escondí en la funda de mi celular. Era un riesgo mantenerlo conmigo, pero necesito tener algo, la mínima cosa que me diga que aquello si sucedió. Yoongi no fue un golpe fuerte que me dieron en la cabeza donde soñé con lo más hermoso que alguna vez pude haber tenido.

— Ni siquiera vengo por ti. — su voz era amarga y pastosa, usaba un tono que jamás había empleado conmigo.

Costaba creer que esa persona era la misma a la que yo le agradecí por tanto tiempo por haberme salvado.

— No puedo creer que sigas con ese peluche. Pareces un niño. — escuche como caminaba por la habitación hasta dejar en mi mesa la bandeja metálica donde servían la comida.

FILTER NIGHT || YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora