『𝟷𝟽: 𝚛𝚘𝚙𝚎 𝚜𝚎𝚝 』

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Su andar era seguro, las manos en los bolsillos y su espalda ligeramente encorvada dejaba a la vista a alguien bastante relajado. No mostraba mucho con su rostro; ir sonriendo a todos lados tampoco era lo correcto, él estaba ahí por algo y sabía que debía de tener los pies en la tierra; al final cuando alguien no podía hacer algo bien, él tenía que salir a la defensa. Cada vez que veía a alguien pasar a su lado le saludaba con una pequeña sonrisa que dejaban a la vista el nacimiento de unos hoyuelos. En verdad quería solo caminar por dicha empresa y dar la conferencia en tranquilidad, pero él no era su hermano. Para su suerte él no era característico de tener una aptitud fría y secante con los demás, nada más era visto como un alfa mayor muy inteligente.

Pero esa es otra historia.

El alfa siguió su camino tras borrar sus pensamientos y le dio una mordida a la barra de chocolate blanco que estaba merendado. Miro el papel entre sus manos para luego caminar al elevador y poder pulsar el sexto botón. Fue esperando pacientemente, cuando llego a la planta que deseaba retomo su andar lento y sereno. Llego a la puerta de vidrio y toco un total de tres veces. Espero con la paciencia que lo caracterizaba y al llegar vio a distintas personas reunidas, todas con sus papeles importantes y cosas que en verdad le aburrían.

No quería hacer tanto trámite, ¿Por qué no solo se podía acercar con el superior de la agencia para preguntar cómo iba la investigación de la chica?

A él le gustaban las cosas rápidas, eso sí. Así que ingreso y lanzo una vista rápida a cada persona; una noche anterior se había sentado a grabar en su mente una gran cantidad de documentos para que pueda tener una idea clara de que cosa se enfrentaría. Todos lo querían listos porque ir cara a cara con quienes no debía no era la cosa más sencilla. Sus movimientos debían de ser suaves y sigilosos. De lo contrario alguien estaría realmente enojado.

Fue viendo y confirmando la asistencia de quienes venían en los documentos. De un momento a otro algo en él pareció desordenarse al notar a alguien detrás de todas las personas. No parecía estar escondido, pero en el ángulo que se encontraba no le favorecía, igual sabía que era él. Dio un paso sin quitarle la vista y noto como este estaba ocupado con sus asuntos, pero así distraído seguía luciendo exquisito. Notaba como apoyaba su codo en la mesa y mordía la punta del lapicero con desinterés. Su mirada era sencilla y el color que sus ocelos no parecía dejar esa esencia que cargaba. El cabello que llevaba se había cambiado a uno morado y había peinado sus mechones de tal manera que algunos le caían en la frente, pero lucia sexy. Ni hablar de lo bien que se veía con ese traje azul.

— Sea bienvenido señor Mayers. — le saludo la voz del ajeno con quien se había comunicado por medio telefónico. — Mi nombre es Min Yoongi, es un gusto tenerlo con nosotros y lamentamos haber hecho que venga desde tan lejos.

— No es molestia. — hablo sin quitar la mirada de quien llamo su atención. — Creo que deberíamos empezar con esta charla y ver en que les puedo ayudar.

— Claro. Tome asiento. — Yoongi actuó algo torpe al notar como este no le había mirado en ningún segundo; sus ojos estaban clavados en Kitty.

No entendió bien por qué le dedicaba dicha mirada, pero tampoco pensaba ser imprudente y preguntarle. En realidad, la belleza del omega era algo que todos volteaban a verlo sin disimular, por lo que quiso pasar todo de largo y continuar. Camino a su lado hasta que le enseño su asiento y él tuvo que irse al suyo, o sea al costado de Kitty. Trato de ver que había apuntado para ser partícipe, pero el omega cubrió su post-it cuando noto el interés de Kitty y dio un sorbo al jugo que había comprado antes de la reunión.

Ni siquiera se había molestado en mirarlo, ¿para qué? ¿Para qué lo siga tratando mal? No, Kitty no era ese tipo de omega. Él era el puto amo de una empresa donde la gente pagaba millones de dólares para tenerlo por un tiempo. Él era un omega egocéntrico y narcisista, y la gente debía de aguantarse porque con un solo chasquido hacía que todos callen. Tenía poder y hombres como mujeres se tiraban a sus pies para apreciar su belleza física. Kitty vivían en un reino de cristal donde relucía su corona sin miedo y no dejaría que nadie se la quitara. Mucho menos dejaría que un alfa de tan poco nivel osara en sacarle más lágrimas de las que debía. Al fin al cabo, las únicas lágrimas que Kitty derramaría serian de puro placer sexual.

FILTER NIGHT || YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora