4.2 Reyes despertando, príncipe y sus ideas

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—Hwa, cariño, ya tenemos que regresar al colegio.

Seonghwa se remueve en la cama y aun adormilado, ulula un par de veces, encogiéndose en las sábanas tibias. Hongjoong da un suspiro medio rendido ¿Por qué no lo sorprende? Seonghwa sigue siendo una criatura nocturna. Forzarlo a estar de día es uno de los requisitos más explosivos por desgracia. Aun así, jamás se ha quejado o exigido estar en un horario exclusivamente nocturno como debería.

Lo mueve un poco para que no vuelva a dormirse. La lechuza levanta las alas y las golpea por doquier, Hongjoong admira de lejos. Afloja totalmente y da un quejido largo.

—Hongjoong.

— ¿Um?

—Es un maldito sábado. Déjame dormir...

Hongjoong se ríe por la nariz. Primero viene la negación. Ha pasado tantas veces por esto que es imposible no saberse el patrón de mal despertar. Seonghwa no soporta ser despertado por la mañana. Debe hacerlo solo o estará de mal humor por demasiado tiempo en el día.

Lo deja ser, esperando pacientemente a que haga toda su rutina. Ir al baño, bañarse, refunfuñar quejándose al salir, cerrar las cortinas, vestirse medio metido en el closet, sacudir las alas cada minuto con exactitud, peinarse el cabello con las manos, tacharlo como fracaso y tomar un cepillo; acomodar las plumas, sacudirse y finalmente ya está listo para salir.

—Espera, espera.

Seonghwa se deja quitar el collar del cuello. Hongjoong lo guarda en su bolsillo y le palmea los hombros. Tenerlo puesto es una señal demasiado excesiva de qué sucedió. Es preferible mantener todo el secretismo posible. Aunque llegaron juntos, nadie tiene como saber que durmieron en la misma habitación exceptuando a la recepcionista que procesó su pago y les dio las llaves.

—Otra vez se salieron los cachorros de Utopia.

—No me sorprende que haya habitaciones hecho un fiasco.

—Ojalá no fuesen las que yo tengo que limpiar.

Seonghwa levanta una ceja, habiendo escuchado la pequeña conversación de los empleados de servicio. Gira la cabeza y les da un susto horrible por ello, siendo digno de una película de terror.

— L-lo sentimos. Con permiso.

Los rebasan y Hongjoong marca el ascensor, Seonghwa les persigue con la mirada hasta quedar con la cabeza hacia delante de nuevo.

— ¿Cachorros de Utopia en este hotel? —repite Hongjoong con escepticismo—. Ninguno tiene tanto dinero.

—Bien puede haber alguno de ellos con un pariente que trabaja aquí—dice Seonghwa entrecerrado los ojos—. O puede que estén robando por ahí como unos malvivientes. Sea cual sea la opción, voy a despedir al maldito guardia.

— ¿Otro? Hwa, he contratado a quince en dos meses-

— ¡Contrataré yo el siguiente entonces! —Seonghwa levanta la voz y entra al elevador, golpeando a Hongjoong con una de sus alas. El águila da un suspiro. Se le olvidó lo irritable que está Seonghwa.

Hongjoong devuelve la llave de la habitación y Seonghwa va por el auto, en el camino escucha más comentarios al respecto: los cachorros revoltosos, terribles y problemáticos de Utopia que se escapan cada cierto tiempo y causan destrozos. Sobra decir que escuchar esa información lo fastidia. Han hecho todo lo posible por evitar que se escapen y lo hacen. Todo el tiempo. No sabe qué magia tienen con los guardias que los dejan salir.

Espera que no tenga que ver con prostitución, porque directamente se va a suicidar.

—Hay que instalar nuevas cámaras en la salida oeste del plantel—comenta Seonghwa apenas Hongjoong sube al vehículo—. Y contratar otro guardia.

Eorin Wangja || SanSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora