6.4 El conde invitando al príncipe

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Camina con auriculares dentro de sus orejas, sin permitir que el ruido exterior pueda perturbar su estudio. Mañana hay examen y aunque se siente preparado, debe estudiar más para sacar la mejor nota con una seguridad más allá de la escala. Su plan es ir a dormir temprano para estudiar en la mañana.

Se quita un auricular por toques en el cuello y baja las orejas apenas ve a San. Ya decía que había estado muy tranquilo durante todo el día y sucedía algo sospechoso.

—Qué cara has puesto—mofa la serpiente con sonrisa traviesa—. Cualquiera diría que odias verme.

—Yo creí que alguien me odiaba por un malentendido y un regaño totalmente merecido. —Señala Yeosang. Ya si San y Wooyoung quieren tener sus actividades, que lo hagan donde no los van a descubrir. Hacerlo al aire libre donde cualquiera puede darse cuenta es tan estúpido que no lo soporta.

—Escuché de un peluche por ahí que no fuiste tú, sino ese mismo peluche—dice San, Yeosang supone que ese "peluche" es Mingi. Ni modo. Siendo un oso, es natural que lo comparen con eso—. Y considerando que merece una disculpa, te llevo al cine.

— ¿Disculpa?

—Te llevo hasta allá, vemos la película que dijiste que querías ver y venimos—explica San con simpleza y mostrando las llaves de motocicleta en su mano—. Aun cuando hay muchos guardias, conseguí que uno de ellos haga la vista gorda por hoy. —anuncia sonriente y Yeosang frunce las cejas.

—No creo que tengas dinero para llevarme al cine.

—Dije que te llevo al cine. Tú pagas tu entrada, yo la mía y todo bien—Yeosang estuvo a punto de discutir que no tiene dinero. Lo gastó en materiales que necesita para mantener sus apuntes tan bien como hasta ahora son el método de estudio suyo, Wooyoung y casi medio curso, pues las fotos son las que usan para estudiar; además de comprar otro cuaderno para escribir ideas—. Te tengo el dinero. Es tuyo indirectamente.

Yeosang recibe los wons y se pregunta ¿De dónde demonios los sacó? San continua sonriente, sospechosamente tranquilo y feliz como si no sucedió nada.

—No puedo, tengo que estudiar.

—Ya sabes todo, vas a aprobar.

—No. Necesito estudiar y-

—Vive un poco hombre—Le da un empujón en la frente con el dedo y Yeosang se frota la zona—. Será divertido. Es lo que querías ¿O no? —repone con simpleza y Yeosang chasquea la lengua. Claro que quiere ir al cine, tan solo lo siente incorrecto—. También podríamos jugar un rato en el arcade retro del centro comercial. Sería divertido. Escuché que regalan fichas a los omegas bonitos. Te darían muchas.

Yeosang enrojece y frunce las cejas.

—Deja de coquetearme.

La exigencia de Yeosang le saca una cínica sonrisa a San:

—Nop.

Responde juguetón y Yeosang blanquea los ojos.

—Eres demasiado descarado. Además, estás con-

—Mi descaro es lo que me da encanto. Ve a cambiarte, te espero en el estacionamiento.

Algunas personas giraron la cabeza en su dirección, asombradas de lo estridente del impacto entre la mano de San y la nalga de Yeosang. El zorro no puede estar más rojo. San se marcha silbando sin más y él quiere meterse bajo la tierra.

. . .

—Huh... Y ¿Por qué no vas con él? Ya te está esperando. Quizá se vaya sin ti si no estas allá.

Eorin Wangja || SanSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora