7.3 Príncipe audaz y ansioso

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Se mantiene acostado en la cama, viendo hacia un punto muerto y con la sensación de que debería permanecer quieto. Cierra los ojos, haciéndose el dormido ante el mínimo silbido en el aire. Poco a poco por la cama se trepa una serpiente gigante. Tan gruesa que sería imposible rodearla con las manos indiferente al tamaño de las mismas.

Repta delicada y silenciosamente en la cama desordenada con sábanas de satín blanco, resaltando macabramente por las mismas y haciendo mayor contraste al llegar hasta el cuerpo ahí recostado. Deslizándose primero por las piernas descubiertas, llegando hasta los glúteos vestidos a medias por una camisa larga y del mismo material que las sábanas. Llega hasta la espalda y Yeosang aprieta los ojos.

Incapaz de saber si debe o no abrirlos ¿Debería verlo? Debería entender por qué hay una serpiente así metida hasta la más lejana habitación de la mansión, siendo la suya. Se gira en la cama, con su camisa exponiendo parte de que pecho y permitiendo que la fuerte serpiente, indiferente a ser aplastada por el peso ajeno, sea capaz de moverse.

Continuar rodeando al zorro con falso dormir. Yeosang suspira, su rostro enrojece y su pulso se dispara cada vez más. La serpiente lo hace a propósito, frotando su cuerpo contra el ajeno. Yeosang abre los ojos, encontrando la cabeza de la serpiente frente a él. Sin poder mover los brazos, las piernas; nada de su cuerpo tiene la posibilidad de movilizarse.

La serpiente lo atrapó y si se hubiera quedado con los ojos cerrados, no habría visto como poco a poco crece, la piel escamosa se rasga y revela un torso humano. El rostro humano que le hace brillar los ojos y sus hormonas dispararse al instante.

Jadea, bajando sumisamente las orejas. Las manos de largos brazos fuertes y cubiertos de escamas, se clavan a cada lado que cabeza. Una sombra incluso más profunda ahora cubriéndolo. La serpiente hecha humano se aproxima a su rostro para juntar los labios y Yeosang tan solo logra mover un poco. Lo suficiente para frotar el cuerpo aun animal que lo mantiene agarrado, totalmente dominado.

Jadea ansioso, con sus ojos en los ajenos y sus manos frotando poco a poco el cuerpo cada vez más ancho para ser acorde al torso humano.

—Eorin Wangja ¿Querías verme? —pregunta en un siseo coqueto y el zorro traga duro, entreabriendo los labios y sin tiempo de dar una respuesta.

Porque despierta en su sencilla cama del internado. Yeosang guiña repetitivo y con mala cara ¿Por qué? Simplemente no se explica porque de repente sus fantasías más locas se ven protagonizadas por la aparición de San y queriendo que lo muerda ¿¡Por qué!? No logra levantarse por un peso añadido agarrado a su cadera y medita si golpear con una almohada o tirar de la cama.

¿Quién le dio permiso a San de dormir en su cama? Y aparte de todo, abrazándolo ¿¡Quien le dijo que podía? Por si fuera poco, el Alpha está muy profundo, con su agarre de serpiente constrictora haciendo crujir los huesos del zorro.

Opta por golpearlo, despertarlo a prisa y que así se caiga de la cama. Dos en uno—. ¿¡Qué!? —reclama el Alpha sobándose. Yeosang se cruza de brazos y ve a otro lado.

—Por imbécil, invasor y abusador.

— ¿Ah?

San ve alrededor, pero si no hizo nada ¡Esta vez de verdad no hizo nada! Alguna vez hace tiempo a Yeosang no le molestó el abrazo, tampoco sentarse o echarse en su cama ¿¡Por qué ahora sí!? Con lo bien que estaba durmiendo gracias a las hormonas que soltaba.

— ¿Puedo acostarme...?

— ¡NO! ¡VETE DE MÍ CUARTO!

~ * * * ~

San plaga todos sus sueños. Yeosang ya no sabe cómo deshacerse de él. Ni siquiera quitándoselo de encima en la vida real, marcando una distancia más grande y saludable a costa de la amistad que tienen, funciona para eludirlo en el plano de los sueños. Desconoce por qué pasa ¿Por qué no es Jongho? Es lo que sucedía normalmente y ¡Era muy feliz con ello!

Eorin Wangja || SanSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora