𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 5 - 𝑨𝒎𝒚💜

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—Ponte un abrigo encima —ordenó mi mamá al verme—

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—Ponte un abrigo encima —ordenó mi mamá al verme—. Iremos más tarde con tu abuela.

«¡Fantástico!» Pensé.

No había mejor forma de pasar mi domingo que yendo a la iglesia a ver cómo todos se dan golpes de pecho mientras el sacerdote habla sin parar por una hora con las mismas palabras de cada domingo.

Ahora también debía ir a visitar a la abuela.

Con visitar me refería a estar sentada en su viejo sofá viendo infomerciales en la televisión mientras ella les cuenta a mis padres por décima vez la historia de cómo conoció al abuelo porque su demencia le hace olvidar que ya sabemos ese cuento.

Entré a mi habitación en busca de una chamarra y no encontraba algo que me convenciera. Un suéter tejido me haría perderme entre el grupo de ancianos que van a diario a rezar a la iglesia y una chamarra de piel me haría resaltar demasiado.

—Espero que te diviertas, hermanita —susurró Billy desde la puerta.

—Espero te dé diarrea de verdad —respondí jalando la ropa de mi closet.

Se las había ingeniando para fingir una diarrea desde el sábado en la noche para fugarse a una fiesta nocturna y zafarse de la divertida salida familiar a la iglesia.

Era algo que Billy siempre lograba, era tan llorón cuando se enfermaba que mamá siempre le creía.

Tomé una chamarra de mezclilla y salí del cuarto.

-Me saludas a la abuela -me susurró al pasar junto a él.

—¡Cállate! —le di un codazo en el abdomen.

💜

Buscamos un asiento un poco atrás en las bancas del templo. Era lo único que les pedía a mis padres: que no me obligaran a sentarme hasta el frente con todos los fanáticos religiosos.

El sacerdote estaba detrás del estrado hablando sobre textos bíblicos mientras yo luchaba por no cerrar los ojos.

Necesitaba hacer algo si no quería dormirme en ese mismo instante.

Empecé a analizar a las personas con la vista para combatir el aburrimiento un poco. No era algo correcto pero era mi única opción.

Observé al señor Iliyn, un anciano que vivía a unas calles de mi casa. Vestía ese ridículo chaleco tejido de color verde olivo con una placa militar en el pecho. Jamás había salido de su papel y le presumía a todo el mundo que era un veterano de guerra, aunque era ruso de nacimiento, se jactaba diciendo que entregó su vida a la patria de los Estados Unidos de América.

Mi siguiente víctima fue Jerry, mi compañero de clases. Estaba en unas filas delante de mí y aunque no podía ver su cara, sabía que él sí disfrutaba de las misas dominicales. Lo veía siempre con una mano en el pecho y la cabeza baja cuando el sacerdote mostraba la eucaristía.

RAMÉ || Eddie Munson || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora