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〖Penúltimo Capítulo〗
Tomar un avión solo, por primera vez en mi vida, debería haber sido un evento importante y relevante, aunque no lo fue. Era sorprendente que mi madre no me hubiera acompañado, pero la intervención de papá tuvo mucho que ver. Ir de la tranquilidad de Hawkins a una gran metrópolis me asustaba un poco. Aunque había cosas que perturbaban mi mente más de lo que viajar solo me podía generar.
Al salir del aeropuerto comenzó el verdadero caos. El tráfico de la ciudad de Nueva York era espeluznante, más para un chico de provincia que estaba acostumbrado a trasladarse regularmente a pie de un lado a otro, o en patineta como era mi caso.
El hecho de quedar atorado en medio del caos vial me dio una visión más completa de algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad, como el famoso Empire State Building o el precioso Central Park que estaba vestido blanco por la espesa nieve del invierno que ya se estaba despidiendo. Eran lugares que solo llegué a conocer en revistas, libros o programas de televisión que papá solía ver los domingos por la tarde. Yo estaba completamente extasiado de poder verlos con mis propios ojos.
—¿Qué hace un hombre tan joven visitando una ciudad tan monstruosa? —preguntó el taxista al notar que yo trataba de ver la parte más alta de los edificios desde la ventana del auto.
Me sorprendió bastante que usara el término «hombre» para referirse a mí.
—Vengo a hacer mi examen de admisión para la universidad —respondí sin prestarle demasiada atención.
—Oh, entiendo —me echó una mirada por el espejo retrovisor mientras yo seguí admirando los rascacielos uno junto a otro— ¿Qué vas a estudiar? —insistió en seguir con la plática.
—Medicina.
—He sabido que es de las carreras más difíciles.
—Lo es.
—Te debe gustar bastante como para estudiarla.
Suspiré contra la ventana y me di cuenta de que el frío exterior, en conjunto con la calefacción del auto me dejarían sin visión a través del vidrio en poco tiempo.
—Supongo que sí —respondí.
—¿Tu familia está de acuerdo con que estés tan lejos de casa? —pensó por un momento—. ¿De dónde dijiste que venías?
—De Indiana —omití el nombre de Hawkins porque detestaba dar mis datos personales, más por el hecho de que iba en el coche de un desconocido, en una gigantesca ciudad desconocida—. Y sí... Mi familia está completamente de acuerdo —me encogí de hombros y me hundí en el asiento al ver que los vidrios ya estaban completamente empañados.
—Eres muy valiente al venir hasta acá tú solo —me sonrió a través del espejo.
Yo era todo menos valiente. Era un maldito cobarde de pacotilla que prefería la conformidad antes de su propia felicidad.
