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Salí de la ducha vistiendo solo ropa interior y me dejé caer en la orilla de la cama. Mis cabellos escurrían agua en mis hombros y yo solo observaba el closet con ambas puertas abiertas frente a mí.
¿Había algo peor que no saber qué ropa ponerme en pleno día de acción de gracias? Sí: pasar ese día de acción de gracias en casa de Amy. No era algo malo pasarlo con ella, lo que no me angustiaba era que me presentaría formalmente con su familia y aunque sabía que no obtendría una buena reacción por parte de Billy, me preocupaba bastante no caerles bien a los señores Hargrove.
Si usaba una de mis playeras y mis Vans me vería muy informal, pero si me ponía una camisa de vestir con mocasines, iba a parecer que me dirigía al funeral de alguien.
Cada cita importante con Amy era pasar por un largo proceso de estrés y de selección de ropa. Quería que todo con ella fuera perfecto, así que debía cuidar todos esos detalles si quería lograrlo.
Al final, opté por ponerme una camiseta negra lisa con unos jeans y zapatos formales.
Para mi sorpresa y mi tranquilidad, el recibimiento de los señores Hargrove fue más efusivo de lo que esperaba. Yo imaginaba que me dirían algo por mi cabello largo, por mi forma de hablar, vestir o simplemente por existir y haber formado una relación amorosa con su hija menor, pero no. Margaret y Neil Hargrove, aunque muy distintos uno del otro, era personas agradables y muy carismáticas.
—¿Qué te gusta hacer? Háblanos de ti —me invitó a hablar el padre de Amy. Entrelazó sus propias manos recargadas en la mesa y me miró con atención, al igual que su esposa.
Me lamí los labios y los miré a todos en la mesa mientras terminábamos de cenar. Me gustaba practicar skate y me apasionaba la música, pero me daba miedo que esa respuesta no fuera la que ellos deseaban escuchar por parte del novio de su preciada hija, así que les di la respuesta que creí que esperaban de mí:
—Me gusta estudiar.
Todos se miraron entre sí, desconcertados.
—¿Estudiar? ¡Eres un adolescente! —rio el señor Hargrove—. Acaso ¿No te gusta la música? ¿Las fiestas? ¿El desorden? Yo a tu edad hacía y deshacía todo a mi gusto, al igual que este descarriado —le dio un leve golpe a Billy en un hombro. El rubio solo le echó una mirada asesina y volvió su atención a su plato.
—Le gustan las patinetas —musitó Billy, a modo de burla.
—¿En serio? —intervino Margaret, bastante ilusionada con la confesión.
—Sí... —titubeé—. Lo practico desde hace algunos años.
—En realidad ¡Es bastante bueno para el Skate! ¿Recuerdan las fotos que les mostré? —preguntó Amy.
—¿Las que tienes en tu habitación? —inquirió la mujer.
—Exacto —Amy sonrió con orgullo.
¿Fotos? ¿Cuáles fotos? ¿Fotos mías? No recordaba haberlas visto el día que entré a la recamara de Amy, estaba muy ocupado haciendo...
