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Las clases comenzaron nuevamente después de las vacaciones decembrinas y esperaba que las cosas mejoraran un poco o al menos se quedaran como estaban.
No pude estar más equivocado.
Mis padres me presionaban a diario con que estudiara cada vez más para mi examen de admisión. Ozzy había estado enfermo en los últimos días de algún tipo de problema renal y aunque había mejorado bastante, el volver a la escuela me había jodido aún más.
Un chico nuevo se había integrado a nuestras clases. Era rubio con ojos del mismo verde que los de Xavier y tenía toda la pinta de ser europeo, sobre todo por su acento y su nombre. Se llamaba Russell.
Se estaba convirtiendo en mi dolor de cabeza.
Como cualquier chico nuevo, no tenía amigos ni mesa donde sentarse en la hora del almuerzo así que fue invitado a unirse al grupo de alumnos más sociables de la clase. El grupo de Amy.
Mi comida se estaba enfriando, a pesar de la calefacción de la cafetería, pero mi subconsciente me hacía sujetar un tenedor contra la madera vieja de la mesa para descargar lo que sentía de ver a Amy, en su mesa, reír con ganas cada vez que el rubio pronunciaba alguna palabra. Sentía dentro de mí eso que mantenía con vida a Xavier y que yo jamás había experimentado: celos.
—Si dañas la mesa con ese tenedor, te la van a cobrar al final del semestre y lo sabes ¿Verdad? —preguntó Xavier.
—No me molestes —espeté.
Mi amigo se giró hacia la mesa de Amy, donde todos se veían bastante divertidos.
—El tal Russell se ve carismático ¿Verdad? —comentó con ironía, solo para molestarme.
—Te juro que, si no dejas de hacer esos comentarios, te voy a golpear en la cara —el tono tan grave con la que salió mi voz me sorprendió incluso a mí.
—Es muy agradable —intervino Jimmy, otro chico en mi mesa—. Yo hablé con él ayer y es muy amable y atento. El que esté conquistando a tu exnovia, no significa que sea un mal tipo —se encogió de hombros.
¿A mi exnovia? Esa palabra fue el combustible que me encendió algo por dentro y no era nada bueno. Amy no era mi exnovia. Amy era el amor de mi vida; solo estábamos teniendo un tiempo lejos del otro, pero ese no era el final.
No podía ser el final.
—Es cierto, Eddie —comentó un segundo chico—. Amy tiene derecho a rehacer su vida y Russell es de los mejores partidos de la escuela.
—Al paso que va, se va a convertir en los mejores partidos de todo Hawkins —agregó Jimmy.
—¡Cállense! —espeté dando un fuerte golpe a la mesa y me puse de pie— ¡Ya me tienen arto con sus comentarios estúpidos! Nadie sabe cómo están realmente las cosas —los señalé a todos, bastante cabreado—. Amy y yo aún no hemos terminado.
