𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 22 - 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆💙

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El señor Rossetti había dejado de tenerme en la mira solo por el hecho de que ya no me juntaba más con Xavier

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El señor Rossetti había dejado de tenerme en la mira solo por el hecho de que ya no me juntaba más con Xavier. Al momento que nos aplicó el examen ni siquiera me cuidó de que no copiara, y eso que me senté detrás de Amy, su mejor alumna.

Cuando llegué al aula, el examen estaba por iniciar y todos estaban en silencio, debía entrar sin que mi presencia se notara mucho. Realmente dudé si sentarme junto a mi mejor amigo o no. Teníamos muchos días distanciados y él, incluso se había vuelto a dejar el cabello suelto, eso era una muy buena señal. Pero cuando vi a Amy sola en su escritorio decidí hacerle compañía a ella, aunque no pudiéramos hablar durante la prueba.

Por alguna razón, sus amigos y ella también estaban muy distantes desde el día que acampamos en el bosque. Durante el almuerzo comían sin hablar mucho y si alguien lo hacía, éramos únicamente Amy y yo.

Sentía que ambos habíamos dejado sin amigos al otro, aunque realmente no fuera así.

Ese día en especial, ni Robin ni Argyle habían asistido a la escuela, a pesar de que teníamos el examen de artes. Sé que esa prueba no era la gran cosa, pero ya era preocupante su nulo interés en la escuela. Sobre todo, Robin, que parecía encantarle esa clase.

Durante la hora del almuerzo fuimos por un par de galletas de chispas de chocolate para compensar lo desabrido que estaba el resto de la comida. Esas galletas eran las favoritas de Amy y aunque para mí no eran la gran cosa, me encantaba compartirlas con ella.

—Robin terminará por reprobar el año —ella clavó un tenedor en su comida y resopló.

—Argyle también.

—Me importa muy poco lo que Argyle haga o deje de hacer. A mí solo me preocupa Robin.

—¿Hablarás con ella?

—¡Por supuesto! Va a tener que escuchar todo lo que tengo que decirle. Su vida se está yendo a la mierda y a ella solo le importa seguir drogándose. Si es necesario, hablaré con Lane.

—¿Quién es Lane? —empecé a comer.

—Su padre.

—¿Sabe que ella... se droga? —susurré mirando hacia los lados.

—Claro que no. Trabaja todo el día, apenas tiene tiempo de dormir. Estoy segura de que, si lo supiera, ya habría hecho algo al respecto.

—Entonces quizá, sí debas decirle.

—Primero hablaré con Robin, aún tengo fe en ella, sé que puede recapacitar sin llegar a los extremos.

—Es difícil hacer cambiar de pensar a un adicto. Su cerebro está...

—No empieces con tus términos médicos —me interrumpió. Alejó un poco la bandeja de comida de ella y se recargó en la mesa—. Iré hoy mismo a ver a Robin, después de la escuela iré a su casa.

—¿Le pedirás a Billy que te lleve?

—No quiero meter a Billy en esto.

—Entonces déjame acompañarte, no quiero que andes sola por las calles de Hawkins.

—He andado sola por mucho tiempo —sonrió.

—Recuerda que aún anda un asaltante suelto —elevé ambas cejas.

—Para mí que eso solo fue un invento de la policía para hacer más interesante el asunto.

Yo también lo había llegado a pensar. Hicieron un alboroto enorme y jamás se supo algo más del caso. Quizá todo había sido un invento del gobierno. Papá siempre lo decía.

—Hablemos de otra cosa —sugerí—. Hay que festejar que es lunes y que pudimos comprarnos estas ricas galletas —partí la mía a la mitad y la puse cerca de sus labios.

Ella, a pesar de tener sus gestos duros, sonrió instantáneamente y le dio una mordida a su galleta. Amy era tan linda cuando sonreía. Tenía dos de sus dientes caninos disparejos y lejos de ser una imperfección, la hacían ver aún más hermosa.

Me encantaba lo imperfecta que era.

Me encantaba su risa melodiosa cuando algo le causaba mucha gracia, lo despeinada que se veía cuando estaba en el viento y lo fácil que se podía molestar o contentar por algo. Era imperfectamente imperfecta.

—Pretendes que yo también te comparta de mi galleta, Munson —se puso las manos en la cintura y fingió estar molesta.

—Sería lo justo, Hargrove —imite su pose y su tono de voz.

—Estas galletas son sagradas para mí —comenzó a partirla a la mitad—. Pero contigo podría compartir mi vida entera sin problemas —su voz sonó mucho más dulce. Tomó el trozo de galleta y la puso en mi boca.

El chocolate no era mi sabor favorito, pero comenzó a llamarme la atención desde aquel día que la vi a ella con chocolate embarrado en sus labios y sus mejillas rosadas de vergüenza al notar que yo la estaba viendo.

Ese día me convencí de que estaba enamorado de ella.

El timbre de la escuela nos hizo levantarnos de nuestros asientos y tomar las bandejas de comida para ir de nuevo a clases. Todos los alumnos pasaban junto a nosotros mientras caminaban hacia la salida y alcancé a ver a Xavier. Estaba solo y se veía triste.

Le hice una señal a Amy para irnos y cuando acomodaba la bandeja de comida en el carrito donde debíamos dejarlas, noté que Xavier me veía por encima de su hombro mientras se perdía en la multitud.

—Quizá deberías intentar hablar con él nuevamente —me susurró Amy.

—No sé si esté dispuesto a escucharme.

Ella me tomó de la mano y empezó a caminar de regreso a las aulas.

—No podrás saber si quiere escucharte si no le hablas.

Se escuchaba tan obvio cuando lo planteaba así, pero esa última pelea fue tan intensa que tenía miedo de que terminara peor. Lo que más me había dolido era que metiera a Lennard en nuestra discusión, después de eso tampoco había podido hablar mucho con él.

Sentía que debía arreglar las cosas de inmediato y no sabía cómo, sólo sabía que los extrañaba demasiado a ambos.

—Hablaré con él después de la escuela —le dije a Amy.

—Después de la escuela prometiste acompañarme a la casa de Robin —enmarcó una ceja.

—Cierto. Después de pasar una linda tarde con Robin, iré a pasar una linda tarde con mi mejor amigo —levante mi mano a modo de promesa.

 Después de pasar una linda tarde con Robin, iré a pasar una linda tarde con mi mejor amigo —levante mi mano a modo de promesa

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RAMÉ || Eddie Munson || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora