𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 24 - 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆💙

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Entré a casa arrastrando mis pisadas

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Entré a casa arrastrando mis pisadas. Sentía como si, por primera vez, me pesara el alma y eso me dificultara caminar, respirar y existir.

Al cerrar la puerta tras de mí pude ver la silueta de mi madre en la sala, cubriendo su espalda con una manta.

—¿Dónde carajos estabas, Edward? —caminó molesta hacia mí.

—Lo siento, mamá —murmuré—. No tuve manera de contactarte. Robin, la amiga de Amy, tuvo una sobredosis y pasamos toda la tarde en el hospital.

— ¡¿Una sobredosis?! —frunció el ceño.

—Sí, mamá, por favor no te escandalices... —sacudí la cabeza—. Vengo muy cansado como para que me des un sermón sobre lo peligrosas que son las drogas —me froté la cara.

—No lo haré, hijo —respondió seria—. Te conozco y sé que tú nunca andarías en esas cosas —se acercó y me tomó de las mejillas—, pero ¿Cómo está la chica?

—Está bien, está viva, lograron estabilizarla —suspiré—. Amy y yo le dimos reanimación cardiopulmonar en lo que llegaba la ambulancia. Eso y el hecho de que la encontráramos a tiempo le salvó la vida.

— ¿Lo ves, hijo? —pasó un mechón de mi cabello tras la oreja—. Por eso es tan importante conocer sobre medicina.

—Lo sé... —intenté sonreír y le di un beso en la frente—. Necesito descansar, iré a avisarle a papá que llegué y me iré a dormir.

Estaba muy agotado mentalmente. Ver a una persona a punto de morir acaba con tus energías lo quieras o no. Además, no era cualquier persona, era Robin. Había acampado con ella días antes y le tenía mucho aprecio por ser amiga de Amy. Fue difícil verla inconsciente, al borde de la muerte y a Amy destrozada, intentando reanimarla.

Las cosas se pusieron más difíciles una vez que llegamos al hospital. Lane, el padre de Robin, llegó después de un tiempo. Como si no bastara tener a su hija en estado crítica, también estaban dos policías estaban esperándolo. Le anunciaron que le harían un interrogatorio y que estaba en riesgo de perder la custodia de su hija por permitirle consumir drogas siendo una menor de edad.

Pobre hombre, fue el que peor la pasó de todos nosotros.

Después de ponerme mi pijama me tumbé sobre la cama. No veía nada en específico, sólo tenía los ojos puestos en el techo tratando de recordar y asimilar todo lo sucedido. No era algo fácil de digerir.

Ozzy abrió la puerta que yo había dejado mal cerrada y caminó hacia mí. Podía saber dónde estaba por su cola que quedaba a la vista por encima del borde de la cama.

De un salto se trepó a mi mesa de noche y tiró al piso un marco de fotos.

—¡Mierda! ¿Estás bien? —lo tomé en brazos y revisé sus patas antes de ponerlo en la cama.

Había pedazos de vidrios por todo el piso y debía limpiar todo antes de que él o yo los fuéramos a pisar. Levanté el marco aún con la foto en su interior, quité los pedazos de cristal que quedaban y la admiré.

RAMÉ || Eddie Munson || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora