𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 30 - 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆💙

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En la sala de mi casa había un enorme pino decorado con esferas brillantes que, debajo de él había regalos aún intactos y el olor a canela inundaba toda la casa

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En la sala de mi casa había un enorme pino decorado con esferas brillantes que, debajo de él había regalos aún intactos y el olor a canela inundaba toda la casa. Era el día siguiente a Navidad, todos parecían estar felices por ello, aunque yo solo podía pensar que llevaba cerca de un mes sin ver a Amy. Todas las veces que había ido a su casa, su hermano me había corrido casi a golpes, pero no era eso lo que me tenía mal. Era el hecho de que Amy lo permitiera. Siempre la veía al final del pasillo con sus hermosos ojos llorosos, pero jamás detenía a Billy, jamás me detenía a mí cuando me iba de su casa, jamás accedía a hablar conmigo. Estaba comenzando a creer que realmente nunca me amó realmente, quizá solo la pasó bien conmigo, el tiempo que duró.

Ese día, desde temprano, mi madre me había entregado un regalo más. Todos los demás habían sido ropa, zapatos o alguna otra cosa que no me interesaba en lo más mínimo. A pesar de que les había pedido un soporte para mi guitarra que se estaba llenando de polvo en una esquina de mi habitación, me aseguraron que eso no era necesario al estar a pocos meses de irme de casa junto con el argumento de que tocar guitarra no me aportaba nada a la nueva etapa que estaba por comenzar.

El regalo de mi madre era algo que yo anticipaba, pero que tenía la mísera esperanza de que no sucediera.

Envuelto en papel de estraza y con un listón negro, en su interior guardaba un libro de introducción a la medicina general. No eran suficientes los catorce tomos que ya tenía en mi librero, debía tener un libro más.

Lo boté en mi cama, una vez que me vi solo en mi habitación y me acerqué a mi mesa de noche. Ahí, en el cajón, guardaba cuidadosamente un pequeño regalo con envoltura de color rojo metálico y un gran moño verde. Tenía una tarjeta encima que recitaba:

"Sé que no quieres verme, pero este regalo lo compré mucho tiempo antes de navidad. Lo vi y pensé en ti. Realmente pienso en ti cada minuto del día, aunque el punto es que me gustaría que lo conservaras a pesar de que lo nuestro ya está quedando en el olvido.

¡Feliz Navidad, Amy!

Te quiere: Eddie."

Xavier me había aconsejado que no comprara ese regalo porque aseguraba que Amy me lo aventaría en la cara o que Billy lo metería en algún lugar de mi cuerpo que me aterraba imaginar.

Pero Navidad era una fecha muy especial para mí, a pesar de que esta ocasión había sido de lo más melancólica y desolada. Aun así, yo deseaba entregárselo a Amy. No sabía cómo ni cuándo, pero debía hacerlo.

—¡Vas a pagar por eso! —una voz gritó desde la calle.

Caminé hacia la ventana cuando identifiqué la dulce risa de Lennard y ahí estaba en el jardín delantero de su casa, teniendo una guerra de bolas de nieve con Xavier. Ambos tenían sus coloridas chamarras llenas de escarcha y nieve. Reían con ganas y eventualmente se tiraban al suelo a luchar cuerpo a cuerpo.

Mi amigo notó rápidamente mi presencia. Al parecer había estado mirando hacia mi casa con la esperanza de verme. Tomo una gran bola de nieve y la lanzó hacia el vidrio de mi ventana, la esfera blanca se estrelló a la altura de rostro y me hizo pegar un brinco, a pesar de saber que no podría golpearme.

—¡Hey! Ven con nosotros —me invitó Xavier.

Negué con la cabeza.

—¿Por qué no, Eddie? —preguntó Lennard, sacudiendo la nieve de su ropa.

La dulce manera de hablar del chico me hizo abrir la ventana y darle una explicación.

—No me siento bien, creo que me voy a resfriar —mentí.

—Igual ya estás enfermo —Xavier se encogió de hombros.

—No quiero ir —espeté con una voz más grave.

—¿Estás bien? —se acercó más a mi casa, sin dejar de mirar mi ventana en el segundo piso.

—Estoy bien —era la mentira más regular que solía decir esos días.

—¿Seguro? —el pequeño Lennard se acercó también.

—Estoy bien, chicos... Solo necesito descansar. Sigan en lo suyo —cerré lentamente la ventana, intentando no verme grosero, aunque sentía que ya lo era.

Llevaba días evadiendo sus invitaciones, incluso todas esas tardes que me invitaban al SkateWave, ahora que Lennard finalmente había aprendido algunas técnicas de skate. El chico y Xavier se llevaban mucho mejor, pero yo estaba de lo más alejado de ellos.

En realidad, me había estado alejando de todo el mundo.

Tomé nuevamente el pequeño regalo y caminé hacia mi escritorio en búsqueda de los plumones delgados que tanto me gustaban usar y en la tarjeta del regalo taché el «T̶e̶ ̶q̶u̶i̶e̶r̶e̶:̶ ̶E̶d̶d̶i̶e̶» por un:

«Siempre te amará: Eddie Munson»

«Siempre te amará: Eddie Munson»

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RAMÉ || Eddie Munson || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora