𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 15 - 𝑨𝒎𝒚💜

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Mamá me había pedido que me encargara de lavar los platos antes de poder salir de casa

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Mamá me había pedido que me encargara de lavar los platos antes de poder salir de casa. Por alguna razón, ese día había amanecido de mal humor y lo último que quería era que se desquitara conmigo.

Así que ahí estaba, lavando los trastes sucios mientras mi hermano miraba televisión en la sala.

Qué porquería que las mujeres tuviéramos más tareas dentro de casa que ellos.

Terminé mi labor y tomé un pequeño trapo para limpiar los restos de agua en el fregadero cuando escuché que llamaron a la puerta.

Nadie se encargó de abrir.

—¿Estás sordo o te haces, William? —reclamó mi madre con las manos en la cintura, de pie entre el televisor y mi hermano.

—Amy tiene que abrir la puerta —respondió sin inmutarse.

Yo me hice la desentendida limpiando el agua que ya había desaparecido, pero tenía que aparentar que hacía algo.

—No me importa quién crees que deba abrir la puerta. Si están tocando y tú estás aquí tienes que ir a abrir —ordenó con voz severa antes de tomar a Billy de una oreja llevarlo hasta la entrada.

Yo estaba intentando contener la risa mientras secaba mis manos. Billy evadía los regaños de mamá la mayor parte del tiempo, pero ese día no, y aunque me siento mal de admitirlo: disfruto mucho cuando regañan a mi hermano en lugar de a mí.

—¡Hola! —chilló Robin con entusiasmo.

—¡Hola, linda! —respondió mamá con un tono dulce, como si no acabara de reprender a alguien en momentos atrás—. Hija, llegó Robin —anunció en voz alta.

Volvió a la sala de estar, aún con Billy de una oreja y se quedó reclamándole algunas cosas mientras yo me escabullí por el pasillo.

—¿Qué pasó? —preguntó Robin entre risas.

—Nada, sólo hay que salir de esta casa de locos —bromeé.

Llegamos a una linda heladería en tonos turquesa y rosa pastel. Parecía una casa de muñecas. Robin y yo amábamos ir a ahí desde que teníamos memoria.

—Hay algo que quiero contarte —dije.

Ella quitó la cereza de la punta de su malteada y la masticó lentamente.

—Te escucho —respondió sin mucho interés.

—Tengo novio.

La frase se quedó en el aire por unos instantes. Robin dejó de masticar y tragó el bocado de manera torpe.

—¿Disculpa? ¿Qué has dicho? —balbuceó.

—Que tengo novio —intenté contener mi sonrisa.

Agitó la cabeza y cerró los ojos.

RAMÉ || Eddie Munson || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora