Zelda estaba aterrorizada, aunque eso sobraba decirlo.
Lo peor de todo era que Link parecía muy tranquilo. Tanto que se preguntó si ambos estarían viendo lo mismo. Tal vez ella estaría alucinando las visiones que había visto en medio de sus pesadillas, y en realidad estuvieran en medio de las llanuras de Necluda, sin oscuridad ni rocas rodeadas de estatuas siniestras.
Zelda escuchó el chillido de una rata y se sobresaltó. Las ratas nunca le habían dado miedo, mucho menos los sonidos que dejaban escapar. ¿Por qué tenía que comportarse como una cobarde ahora, cuando más necesitaba tener algo de valor? Link confiaba en ella. En que pudiera ayudarlo en caso de encontrar monstruos o algo peor.
«No pienses en eso», se dijo. Tal vez, si lo repetía varias veces para sus adentros, las palabras le infundirían algo de valor por arte de magia.
No hubo suerte, sin embargo, porque todo empezó a temblar sin previo aviso, y Zelda se asustó tanto que tuvo que tragarse un grito. Se aferró a una de las estatuas de serpientes zonnan para mantener el equilibrio, aunque la propia estatua se encontraba en un estado de conservación tan malo que Zelda sintió como se estremecía bajo sus dedos. Link hizo lo posible para tranquilizar a Leche mientras él mismo intentaba no caer al suelo. Leche, por su parte, no parecía en absoluto asustada. Era como si nada pudiera asustar al animal. Zelda la envidiaba por ello.
No era la primera vez que sufrían temblores durante su expedición bajo tierra. Zelda se había esforzado por no perder la noción del tiempo, y por el momento llevaba la cuenta sin muchos problemas. Llevaban cuatro días en la zona subterránea del castillo. Cuatro días sin ver la luz del sol y sin sentir el viento en el rostro. En esos cuatro días, habían sufrido dos temblores, sin contar con el nuevo. Ambos habían sido leves, y no habían provocado desprendimientos que dificultaran su camino.
Ella ya estaba agotada. Llevaba tanto tiempo en medio de la oscuridad que estar allí otra vez consumía sus energías y su entusiasmo poco a poco. Antes de ir al castillo se había dicho a sí misma que estaba preparada para una expedición tan larga y costosa, pero a las pocas horas de haberse adentrado en las profundidades de la tierra se dio cuenta de que solo se había engañado. Se alimentaban de la montaña de provisiones que Impa les había dado en Kakariko; pan duro, queso, carne en salazón, fruta deshidratada y verduras que tardaran en pudrirse. Link se había llevado una cacerola también, y conseguían encender fuego sin problema en las zonas menos húmedas. Por desgracia, con cada paso que daban se alejaban un poco más de la luz del sol, y las condiciones del terreno empeoraban.
Zelda se sentía como si estuviera siempre cubierta de barro. El pelo se le pegaba a la frente y estaba cubierta de un sudor frío. Se cansaba muy deprisa, tal vez porque estaban bajo tierra y era más difícil que les llegara el aire o tal vez porque lo de que la oscuridad consumía sus energías era cierto. Fuera como fuese, se esforzaba por ocultar sus jadeos, aunque Link no era tonto. La obligaba a detenerse en cuanto percibía su cansancio, sin importar lo mucho que ella protestara. Él, por su parte, no parecía estar pasándolo mal. Igual que Leche. Zelda los envidiaba a ambos por ello.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó él cuando los temblores cesaron.
Zelda se había detenido para recuperar el aire, con las manos sobre sus rodillas. Asintió con la cabeza.
—Es solo el susto —dijo al percibir su mirada preocupada. Hizo un gesto para restarle importancia, pero él no despegó los ojos de ella.
—Intenta montar en Leche —le sugirió. Por primera vez, no había una pizca de burla en su tono cuando se lo proponía—. No creo que corras ningún peligro. El camino sigue hacia abajo.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Soy un soldado, princesa —respondió con voz más grave de lo normal. Había una pizca de diversión en sus ojos. Zelda lo agradeció. Al menos Link conservaba el buen humor—. Puedo inspeccionar el terreno con los ojos cerrados.
ESTÁS LEYENDO
Las lágrimas del reino
FanfictionLink y Zelda viajan por Hyrule, intentando encontrar su lugar tras haber cumplido con la misión que una vez les fue encomendada. Sin embargo, de pronto la tierra empieza a temblar bajo sus pies, y ambos descubrirán que hay pocas cosas más frágiles q...