Parte 33

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Era media noche, seguía sentada en la cama mientras veía desde ahí el cielo estrellado, mis padres estaban muy contentos por el éxito que había tenido el negocio, mi madre no se cansaba de agradecerle a mi padre por haberle cumplido su sueño, mientras que él le repetía que no tenía que agradecerle, que era ella quien lo estaba haciendo crecer.
Terminé de leer uno de los libros que Dylan me había prestado hace tiempo, ni siquiera le había puesto atención a la mitad de las páginas que leí, me sentía tan patética, Oliver hizo lo mismo que mi ex novio, me utilizó para satisfacer sus deseos sexuales y después me desechó o al menos así lo sentía yo, mi mente me traicionaba repitiendome a cada minuto que la culpa era mía por caer tan rápido en los brazos de un hombre. Lloré un par de veces después de que Dylan se fue a su casa y me odié por ser tan estúpida.
Escuché unos golpecitos en la puerta y enseguida se abrió mostrándome a mi madre sonriente, llevaba puesto su camisón para dormir y un moño deshecho.
Aitana: hola, ¿qué haces despierta tan tarde?- dejé el libro debajo de la lámpara y me acomodé entre las sábanas con las piernas cruzadas, ella se sentó a mi lado ahogando un bostezo.
Priscila: estoy muy preocupada por ti.- la miré, ella miraba hacia un punto desconocido.- durante la cena estuviste un poco ausente y ahora estás despierta, leyendo un libro que me habías dicho que no era de tu agrado, con la ventana abierta y las cortinas recorridas, ¿tú crees que yo voy a quedarme tranquila con eso?
Aitana: lo siento por preocuparte, no era mi intención hacerlo.- apretó sus labios y tomó mi mano.
Priscila: cuándo te conocí eras una bebita sonriente que quería abrazos todo el tiempo, te acostumbraste tan rápido a mí que llorabas si no estabas conmigo, le prometí a tu padre que cuidaría de ti y que sería una excelente madre, además que de verdad anhelaba amarte cómo lo hago ahora.- sonrió.- presté atención a cada gesto que hacías, supe de inmediato cuál comida odiabas y cuál fruta estabas dispuesta a comer hasta cansarte, supe que te gustaba bailar y que amabas los panquecitos rellenos de chocolate, cuándo creciste sentí nostalgia pero a la vez me dió ilusión compartir contigo cada pequeña cosa que ocurriera en mi vida, me ayudaste a preparar diferentes recetas de comida que desde el principio me parecían complicadas, tu gusto por los postres evolucionó y ahora te gustaban las tartas con trozos de fresa, claro que los panquecitos jamás dejaron de gustarte, es por eso que aprendí sobre repostería, me encantaba ver tu cara al probarlo y levantar el pulgar en signo de aprobación.- sentí un nudo en la garganta y mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas - sé que cuándo te enojas tus párpados caen por encima de tus pestañas y eres indiferente, sé que te encanta tocar el piano pero no lo haces porque no tienes uno, sin embargo, en cualquier tienda de instrumentos tocas alguna melodía, sé que cuándo estás nerviosa juegas con tus dedos y mueves impaciente tu pierna izquierda, también sé que cuándo pruebas algo que no te gusta haces un gesto despistado con la nariz, sé que cuándo algo realmente te interesa luchas por ello hasta conseguirlo, cuándo estás triste tu mente viaja por cada rincón tratando de ocultarlo, tu mirada cambian y tu sonrisa también lo hace, así que perfectamente puedo decir que, cuándo algo va mal, te aislas y haces cosas que no te gustan para mantener ocupada tu mente, ahora estás leyendo un libro patético sobre piratas y tus ojos se ven deprimentes.- limpié la lágrima que resbalaba por mi mejilla y le sonreí.- entiendo si no quieres hablar de ello, solo quiero que sepas que estoy aquí por si quieres hablar, o si quieres un abrazo o quizás mirar una película hasta que te duermas.
Aitana: bien, te lo diré, ayer hice algo malo...- la miré sintiéndome avergonzada y asqueada.- tomé mucho y desperté en la cama de Oliver, al parecer ambos bebimos en exageración y terminamos teniendo relaciones...- mordí mi labio ahogandome en la pena y evite mirarla, sentí cómo acarició mi hombro y suspiró.- el punto es que, desperté, y él me dijo que teníamos que dejar de vernos, que se arrepentía de lo que había sucedido entre nosotros.- limpie el borde de mi nariz en dónde ya se acumulaba una lágrima.- sucedió otra vez, mamá, y me siento la persona más asquerosa del mundo.
Priscila: ven acá, cariño.- subió ambas piernas a la cama y se acostó a mi lado abrazándome cómo sí yo fuera una niña pequeña, fue inevitable contener el llanto.- no hiciste nada malo, no tienes que sentirte culpable y tampoco decir que eres asquerosa por vivir tu sexualidad, cariño, sí, quizás fue un poco erróneo haber tenido sexo cuándo ambos estaban ebrios, pero el alcohol nubla por completo nuestras mentes y a la vez las deja libres para darles la diversión que necesitan, no te odies a ti misma.- me besó la frente y acarició mis brazos dándome la tranquilidad que necesitaba.- estoy aquí para ti, esta fue una prueba del destino o una manera de decirte que esa persona solo era algo pasajero, tienes que seguir sonriendo, mi vida.
Aitana: ¿te puedes quedar conmigo esta noche?- me apretó contra su cuerpo y pasó la manta por encima de ambas.
Priscila: me quedaré todas las noches que mi pequeña deseé.- asentí abrazándola más fuerte y acurrucandome en su pecho.- descansa y no te atormentes.

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