Capítulo 86

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Por fin habíamos llegado a París, el clima era agradable aunque podía sentir cómo el frío cortaba mis mejillas, Oliver caminaba a mi lado rodando nuestras maletas y sujetando mi mano en su antebrazo, el viaje había ido de maravilla, aunque no podía decir lo mismo sobre la experiencia de Oliver, en varias ocasiones corrió al baño a vomitar debido a que las alturas siempre le dieron pánico y recién me lo confesó a mitad del viaje, esa era la razón por la que no quería viajar y se oponía cada que hablábamos del tema, ponía en duda absolutamente todo lo que tuviera que ver con el viaje.
Nos hospedariamos en un hotel que Valentín había reservado para nosotros, Est Hotel era su nombre, había reservado una habitación para ambos con una vista agradable según él, tenía mucho sueño pero también me agradaba la idea de visitar los museos, restaurantes, parques, la famosa Torre Eiffel, entre otras cosas, sin embargo, Oliver no parecía sentirse muy bien físicamente así que le daría un tiempo para descansar una vez que lleguemos al hotel.
Un taxi se detuvo frente a nosotros y metimos nuestras cosas en la maletera, el hombre que conducía hablaba francés pero también dominaba bien el inglés, a mí no se me daba mucho pero por lo visto a mi chico sí.
La gente paseaba cómodamente por las veredas, vistiendo con gabardinas largas y bufandas acolchadas, tenían una moda muy excepcional, la mayoría llevaba boinas que se ajustaban con la vestimenta que portaban, Oliver recargó su cabeza en mi hombro y metió mi mano en el bolsillo de su chaqueta.
Aitana: ¿cómo te sientes?- soltó un suspiro acomodándose mejor.
Oliver: me siento terrible, tengo un revoltijo en el estómago y aún me siento mareado, no sé si me hicieron daño los snacks que comí por la noche en el avión o fueron las alturas, pero carajo, me siento asquerosamente mal.- le dí un beso en la frente y él cerró sus ojos, el taxista se enfocó solamente en la carretera al ver que Oliver había cerrado los ojos, creo ya estaba enterado de que el inglés no era mi fuerte, pasamos un rato más en carretera que se me hizo eterno, sentía que con el movimiento del auto la condición de Oliver empeoraba, se removía en el asiento lanzando algunos quejidos y presionando el centro de su estómago.
Cuándo al fin llegamos, el taxista se estacionó en la puerta principal del hotel, ni siquiera le presté atención a la fachada de este, bajé junto a Oliver y uno de los recamareros se encargó de bajar las maletas del auto, la recepcionista nos saludo en inglés y mire a Oliver buscando ayuda, él me sonrió y acarició mi espalda baja para después acercarse a la recepcionista, le mostró el celular y ella enseguida comenzó a anotar algunas cosas en su computadora de escritorio, todo lo que ella decía Oliver podía responderlo con facilidad, cuándo por fin terminó, él se acercó a mí para tomarme nuevamente de la cintura y seguimos al recamarero hasta el elevador, cualquier movimiento de este tipo me daba terror, tenía miedo que Oliver vomitara o se desmayará.
El chico presionó el tercer piso y comenzó a moverse enseguida, los segundos se me hacían eternos, ya quería estar en la habitación, las puertas del elevador se abrieron y nos recibió un enorme pasillo con alfombra de color carmesí, había muchas puertas blancas a cierta distancia una de la otra, Oliver buscó el número de la habitación en su llave y le entregó propina al chico que nos ayudaba con las maletas, este se retiró haciendo una reverencia, abrió la puerta y respiramos el suave olor del aromatizante que emanaba en la habitación, las paredes estaban teñidas de blanco y tenía una enorme ventana con cortinas de seda que le daban facilidad a los rayos del sol para que entrarán, había una cama enorme con sábanas beige y almohadas blancas, un pequeño closet esquinero y una televisión que colgaba de la pared en dirección a la cama, sobre las paredes había cuadros rojos sin ninguna imagen en particular y un reloj redondo.
Abrí la puerta del baño, había un inodoro que se sostenía en la pared, una tina blanca y sobre esta una mesita de madera que tenía diferentes tipos de botellas con líquidos de colores variados, además algunas velas pequeñas, también había un tocador con un par de cepillos dentales empaquetados, pasta e hilo dental.
Oliver: esto es increíble.- dijo frente a la ventana pero a una distancia considerable, solo podía ver los grandes edificios y el cielo.- incluso puedo ver la punta de la torre.
Aitana: cariño, ¿quieres descansar un poco?- él soltó un suspiro y caminó hacia atrás para sentarse en la cama.- ¿sientes algo más aparte de náuseas y mareos?
Oliver: no, preciosa, no tienes que preocuparte.- me invitó a sentarme a su lado, cuándo lo hice, me obligó a recostarme.- estoy seguro de que me siento así por el cambio de ciudad, además de que el viaje fue largo y estuve mirando mucho a través de la ventana, comí snacks cómo un loco también, es mi culpa, seguro que descansando un poco se me pasa.
Aitana: de acuerdo, puedo bajar a pedir una pastilla, solo pongo el traductor y que él pregunte por mí.- negó aferrándose a mí y acomodandome mejor para que nuestros pies no quedarán en el aire, me abrazó y cerró sus ojos después de besarme la frente.
Oliver: vamos a dormir un momento ¿de acuerdo?, después despertaremos, nos daremos una ducha y saldremos a conocer el primer restaurante.- su voz sonaba ronca y su respiración comenzaba a relajarse, me abracé también a su cuerpo y acurruque mi cabeza en su cuello para intentar conciliar el sueño.

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