Capítulo 92

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El tiempo estaba pasando demasiado rápido, el sábado se había llegado, los rayos del sol entraban por la ventana de la habitación de Acacia, ella estaba de pie frente a su espejo largo mientras que una mujer se encargaba de ajustarle el vestido de novia, su madre se encargaba de hacerle un maravilloso peinado y otra mujer la maquillaba, yo estaba de pie a su lado colocándole unos guantes largos de encaje que le llegaban por encima de los codos.
Ya solo faltaba que ella estuviera lista, yo llevaba puesto mi vestido de dama, era de color rosa malva con escote en forma de v, además de que tenía detalles de plisado en algunas partes del vestido, tenía tirantes delgados y la tela se sentía demasiado suave y cómoda.
Acacia: estoy demasiado nerviosa, pero creo que no habrá un momento más adecuado que este para decirte esto.- se bajó de la pequeña tarima para tomarme de las manos, su madre mientras tanto se encargaba de ponerle el velo blanco por encima de su cabeza.- tengo 3 meses de embarazo.- me quedé atónita, buscaba la gracia en alguna parte de su rostro pero no había ninguna, sus ojos comenzaron a humedecerse y no pude evitar que los míos hicieran lo mismo, la abracé con todo el sentimiento que yo llevaba por dentro, aún si poder creer lo que ella acababa de decirme.
Aitana: carajo, no sé que decir.- comencé a reír tratando de controlar mis lágrimas necias.- muchas felicidades, preciosa, no sabes lo feliz que me hace escuchar esa noticia y saber que tú estás feliz con ello.
Acacia: demasiado feliz, es lo que yo siempre he deseado y añorado, Axel se desmayó en cuánto supo la noticia.- limpió la comisura de sus ojos tratando de no arruinar su maquillaje y yo comencé a echarle aire con las palmas de mis manos moviéndose cómo si fueran un par de abanicos.- estoy muy contenta, aunque el vestido me está asfixiando, no creí que subiría tan pronto de peso.
Aitana: ahora que sé esa maravillosa noticia, te veo el triple de preciosa que antes.- cubrió sus labios y arrugó su nariz, nuevamente iba a llorar.- no llores, tienes prohibido hacerlo, este día es solamente tuyo y tienes que lucir increíblemente maravillosa, más de lo habitual.
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Llegó el momento de la entrada, todos los invitados habían entrado a la iglesia junto a Axel y el sacerdote, miré a Acacia y ella soltó un suspiro mientras me daba un apretón en la mano, con un asientimiento me dió la señal para que bajara del auto y le ayudará a poner los pies fuera de este, su vestido tenía un sin fin de brillos esparcidos por toda la tela, se veía preciosa y mirarla así me daban muchas ganas de llorar.
Aitana: de aquí en adelante, tu padre se encargará.- asintió, le dí un beso fuerte en la frente y me junte con las demás damas de honor, primero entró la madre de Acacia, luego entró ella acompañada de su padre y por último nosotras, nos encargamos de acomodar la cola del vestido cada que esté quería quedarse atascado con el mínimo objeto.
Comenzaron a sonar las campanas cuándo Acacia metió el primer pie en la iglesia, mi corazón golpeaba dolorosamente mi pecho, sentía que el cuerpo me temblaba con cada acercamiento, levanté mi vista y me encontré con la de Oliver, se encontraba a un lado de Axel, iba vestido de negro, sus manos estaban cruzadas frente a él, bastante elegante y perfecto.
Me senté en la primer banca, al ser la madrina tendría que estar en ese lugar, Oliver se sentó al otro extremo, por más de que yo buscaba su mirada, era claro que él no quería mirarme, la ceremonia comenzó con la bendición a los novios, todos guardaron silencio y tomaron asiento en sus respectivos lugares, el sacerdote comenzó a hablar mientras que todos le prestaban atención a lo que él decía.
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Habían dado el sí, mi padre se encargó de entregarles los anillos, mi madre no había podido asistir ya que se estaba encargando del banquete y la tarta, además de acomodar a los meseros que ella había llevado del restaurante, mi padre me dió un golpe suave en el brazo para que saliera de mis pensamientos depresivos, me hizo una seña en dirección a dónde se encontraban los novios, Oliver estaba de pie esperando a que yo le acompañará a poner el lazo, lo tomé con delicadeza y me coloque a su lado, nuestras manos se acariciaron accidentalmente mientras les colocabamos el lazo por encima de sus cabezas y lo acomodabamos sobe sus hombros.
Sentí que mis piernas comenzaron a flaquear y decidí regresar a mi asiento, mi padre notó mi inestabilidad y rápidamente intentó auxiliarme.
Aitana: estoy bien, papá.- comencé a respirar con lentitud tratando de reincorporarme y no arruinar este momento tan importante para mí mejor amiga.
Papá: ven, descansa un poco sobre mi hombro.- no me negué, recargue mi cabeza por encima de su hombro y ejercite mi respiración con frecuencia tratando de normalizarme, él me acariciaba mis nudillos.

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