Capítulo 23

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Nota: Perdón , es el capítulo más corto que he escrito, no quería dejar este dia en blanco, infinitas gracias por leerme, me siento en confianza. 

Los te quiero muchooo muchoo.

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Camina por el pasillo dentro de un torbellino emocional, dio hasta el alma, dejo su pellejo en esos años, los mejores de su vida. Amo de la manera más pura que se puede amar, amo todo de él... Absolutamente todo de él...

Con el sentimiento de rabia atorado en la garganta, entra al despacho del tío Madara. Prende el portátil que se ubica en el escritorio de roble. Cuantiosas lágrimas caen con vida propia, desgarrándole el alma, mojando las pestañas negras y acumulándose sobre su tremulante labio superior. Teclea con sus temblorosos dedos largos, humedeciendo el teclado en el proceso.

En su exitosa carrera de abogado, jamás imaginó que alguna vez redactaría un documento de esa magnitud, para el mismo. Espasmos sacuden su cuerpo por el copioso llanto, hipa y sorbe como un indefenso niño pequeño. Es tan doloroso...

Una vez finalizado, hace las impresiones correspondientes y procede a cambiarse de ropa. Saca de su maleta el traje color vino intenso, ese que tan bien le ajusta y resalta su pálida piel. Arregla sus cortos cabellos ondulados que tanto le gustan al otro y perfuma la bonita dermis de su largo cuello. Usa ese selecto perfume que potencia su aroma natural.

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El peso de los párpados, no le deja abrir los ojos. Siente el cuerpo destrozado y la boca deshidratada. Tiene la mente embrollada y clarificarla le está costando mucho trabajo. Se despereza lentamente y siente que algo le pica la barbilla. Decide ignorar el hecho y dormir más tiempo...

Un aroma tenue y familiar inunda sus fosas nasales...Lavanda. Sonríe como idiota, adora sentir esa exquisita esencia por las mañanas, la esencia de su amado esposo...

Un momento...

Súbitamente, flashazos irruyen la adormilada mente. Abre los ojos exorbitados y se sienta de golpe en la cama, mira rápidamente a un lado y el omega rubio duerme pesadamente. Se ha petrificado, de reojo puede mirar a alguien sentado en el sillón individual que hay en la habitación. Sabe quien és, el aroma a lavanda le delata. Vira la cabeza lentamente y esos hermosos ojos negros, tan parecidos a los suyos, le miran sin rastro de emoción. Esos que alguna vez le miraron con adoración, con la más profunda de las devociones... Esos que ahora mismo están vacíos.

La usual mirada amorosa ha sido reemplazada por una indiferente, fría, apática, imperturbable y desconocida.

—Shisui...—murmura con la boca seca y el cuerpo frío.

—Buenos días, Itachi—verbaliza gélido.

—E... Esto... Esto...

Se incorpora con mesura, con elegancia, con la gracia y la belleza tan referente de su apellido.

E Itachi puede jurar, que Shisui nunca se vio tan hermoso como en ese trágico momento.

Camina lentamente al pie de la cama y avienta los papeles sobre la arrugada sabana, esa misma donde retozo de placer toda la noche.

—Espero tu firma lo antes posible—da una ojeada al rubio compañero de cama y levanta una comisura, pintando una sonrisa sínica—Tienes buen gusto Itachi.

Da media vuelta y se retira de la habitación dejando al otro en un colapso mental.

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Abre los ojos de manera repentina, ya que los ardientes rayos del sol le dan de lleno en el rostro, ya es medio día. Le escuece mucho la nuca, por reflejo lleva sus dedos al área problemática y un chispazo recorre su cuerpo como electricidad, enviando una sensación placentera a cada terminal nerviosa de su doliente anatomía, fungiendo como un poderoso analgésico.

Dos fuertes brazos le tienen afianzado con posesión por la cintura. Una respiración tibia sobre su reciente marca, le hace estremecer. No se quiere ni mover, ¿Cómo va a afrontar lo que ha pasado?... ¿Cómo se va a alejar de Naruto después de haber probado lo que es derretirse en sus brazos?

Su niño ha crecido tanto.

Tal vez debe zafarse lentamente y buscar sus ropas antes de que el alfa despierte. Dejo a Naruto amarrado a un tronco, así que solo debe caminar los pocos metros que hay de distancia hacia su fiel corcel, y luego huir, empacar sus cosas y ...

—Ni siquiera lo pienses—susurra en su oído.

—¿Qué? —se hace el tonto.

—No vas a escapar.

—Naruto ya te dije...

—No me interesa—besa con dulzura la nuca marcada arrancando un suspiro—Hace un rato, te demostré que mi alfa te desea tanto como yo.

—No te puedo dar hijos—declara amargamente.

—No me importa—y lo dice de una manera genuina en la que no cabe la duda.

—Naruto—asevera—Tienes 17, en algunos años te importará tener descendencia.

—Adoptaremos entonces—resuelve simple.

—¡No! —grita frustrado y se intenta escapar del posesivo agarre, pero al rubio no le mueve ni un pelo—Por favor... No me tortures más...

—Te amo—ágilmente, le ha puesto con la espalda contra el suelo.

—Naruto...—verbaliza dolido y con nuevas lágrimas rodando por las sienes.

Con suavidad y delicadeza, le separa las pálidas piernas. Mantiene el contacto visual y entra en él lentamente.

—Te amo—repite, mientras siente la carne caliente envolver su miembro—Te amo... Ahhh Sasuke—le embiste con calma, disfrutando la conexión que puede ver en los ojos de carbón y no se equivoca, estos le miran con infinito amor.

Continuará ....

MY  SWEET ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora