Capítulo 36

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Nota: Tardesito pero seguro muajajajaja

Este fic ha tomado consciencia propia y no permite ser terminado jajajaja

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Se han alejado un poco de la finca para buscar privacidad, pues el asunto a tratar solo les incumbe a ellos.

—Llevamos varios minutos así y aún no me dices nada—la bonita alfa mantiene los brazos cruzados con la actitud recelosa y desconfiada—¿Por qué tienes el aroma de ese omega en tu cuerpo?

—Kushina...—el hombre trata de tomarle por los hombros, pero la mujer se remueve violenta perdiendo la paciencia.

—¡Respóndeme! —espeta enfurecida.

—Antes que todo, quiero que sepas que te amo—le mira suplicante, con las manos juntas en un ademán de ruego—Ni un segundo pongas en duda eso.

—¿Minato? —esta vez el tono es de total aflicción—¿Qué está pasando?

—Mi...mi alfa me está pidiendo cosas que...cosas que no son correctas—titubea.

—¿Qué cosas? —interroga y su mente hace conjeturas muy cercanas a la realidad.

—Me pide, me pide por el omega del señor Madara—los ojos azules no tienen el valor para buscar la mirada violeta.

Nada en esta vida prepara a una mujer para escuchar algo así de la persona que ama, y en la que confía plenamente. Se queda helada ante tal confesión.

Cuando comenzó su noviazgo con su actual esposo, hace tantos años que había dejado atrás todas esas dubitaciones e inseguridades. Pues socialmente una pareja alfa-alfa estaba destinada al fracaso, debido a los instintos que estos guardaban para con los omegas. A estas alturas de su matrimonio, no creyó que pudiese suceder... Pero al final sucedió.

—¿Qué paso entre ustedes? —indaga calma y con la voz ahogada.

—Solo fue un beso—se apresura a dar réplica, con el alma rota por ver la desilusión y decepción pintadas en el rostro de su princesa alfa—No hubo más.

—¿Hay más que quieras decir?

—Me gusta—suelta porque no quiere ocultarlo, aun a sabiendas de todo lo que arriesga—Me gusta mucho, pero no le amo.

Las palabras de su hombre le atraviesan el pecho, cuáles dagas afiladas. ¿Pero puede culparle? ¿Puede culpar a un alfa por mirar a un omega? Ella misma es alfa, si le sucediese lo mismo ¿Podría luchar contra su instinto natural?

—¿Qué esperas escuchar de mí? —le da la espalda para que no le vea llorar—¿Quieres mi permiso para aliviar tu instinto con ese omega? —bufa irónica, pero lastimada.

—¡No! —exclama afligido y se acerca a su mujer, con miedo de tocarla—Quiero encontrar una solución.

—¡¿Qué solución?! —pierde los estribos por la frustración—Dudo que un instinto despierto se pueda guardar nuevamente, es nuestra naturaleza.

—Yo...yo he pensado que lo mejor sería tomarnos un tiempo—la taheña no dice nada, solo le escucha en silencio—Tú puedes permanecer aquí, yo regresare a la ciudad, solo esperaré a Naruto para despedirme de él.

—Me parece bien—la mujer responde firme, pero con el corazón roto, pues jamás creyó que un viaje pudiese desordenar su vida perfecta de tal manera.

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Arriban a la pequeña población, la cual no está tan alejada de la finca. Buscan la dirección y la hallan pronto. Bajan del automóvil y se miran una vez más. Asienten con seguridad y caminan hacia la puerta de la pequeña casita blanca. Itachi llama al timbre con los nervios apretándole la boca del estómago.

Y antes de que el omega atienda la puerta, siente el delicioso aroma, más dulce que la última ocasión que le vio. No logra evitar que el ritmo cardíaco de su tumultuoso corazón se precipite de manera inestable.

La sonrisa se acentúa en la faz del omega cuando divisa el rostro de Itachi tras abrir la puerta, no obstante, pronto la cálida expresión se desdibuja, tan pronto como atisba al acompañante de este.

—Deidara—verbaliza con la garganta seca por las ansias que le provoca la bizarra situación. No todos los días te reúnes con tu esposo y con tu destinado embarazado.

Esto no es lo que había esperado, si bien deseaba la aparición de su alfa, no esperaba que este viniese acompañado.

—¿Qué hacen aquí? — interpela a la defensiva y se apresura a cerrar la puerta en la cara de los alfas; sin embargo, una pálida mano le impide ejecutar la acción.

—Tenemos que hablar—esta vez Shisui toma la palabra con una cara de pocos amigos.

—Yo no tengo que hablar nada y menos contigo alfa—frunce el ceño con rabia.

—Por favor—agrega suplicante su alfa destinado—Sé que estas encinta.

Suspira pesado y aun con ciertas reservas, abre la puerta en su totalidad para dejar pasar a ambos hombres.

La circunstancia es atípica, anormal, inhabitual, rara y por demás. Se siente como un niño pequeño entre dos personas que se miran como si se quisiesen matar.

—Bue...bueno—traga saliva de manera sonora—Nosotros quisiéramos llegar a un acuerdo en buenos términos contigo.

—¿Nosotros quienes? — vocea ofendido—¿Qué rayos tiene que ver este alfa con NUESTRO bebé? —la mirada azul barre a Shisui con justificado desprecio.

—Deidara por favor—implora Itachi.

—Tengo todo que ver—manifiesta resentido—Soy su esposo, nos queremos desde niños.

—Y yo...—ríe sádico con sus largos labios y afirma con seguridad—Y yo soy su destinado... Algo que ya viene predestinado desde nuestro nacimiento.

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Guardar las apariencias frente a su rubio primogénito, ha sido muy difícil, pues si algo tiene, es que le cuesta tanto mentir. Espera que este tiempo, lejos de su amada esposa, le ayude a coadyuvar su embrollada mente. Sabe dónde está su corazón, pero también entiende donde se encuentra su instinto.

Maneja reflexivo el automóvil que llevara al aeropuerto, se va aproximando al camino escarpado que le aleja de esas tierras, donde encontró contrariedad. Inopinadamente, una figura conocida que monta un caballo, le hace frente al automóvil, provocando un precipitado frenon.

—¿Piensas huir alfa?

Continuará ....

MY  SWEET ALPHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora