Enemy to lovers (Aemond Targaryen) (Aegon II Targaryen)

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Solo era cuestión de algunas semanas para que la Princesa Alysanne diera la luz, en los últimos días la tensión de Aemond aumentaba al igual que la preocupación de la peli blanca. Al fin su embarazo llegaba a su fin pero el miedo de que algo mal podría salir en el parto invadían el cuerpo de la pareja y no solo de ellos pues la preocupación se podía sentir en todo el castillo, la reina rezaba día y noche para que saliera bien mientras que Aegon buscaba a los mejores maestres y parteras.

Por otro lado en Dragonstone no solo llegaban las noticias del próximo parto de la princesa sino igual las noticas sobre la salud de la serpiente marina y tal parecía que no eran buenas noticias.

En esos días la Casa Targaryen pasaba por una nube gris, la salud del rey empeoraba, el parto de la princesa se aproximaba y uno de los hijos de la futura reina sería muy pronto el señor de las mareas pero Otto Hightower, la mano del rey, tomo todo aquello a su favor. En reuniones secretas con varios miembros de la corte confabulaban para que otro fuera el sucesor del rey si este llegara a fallecer, si la princesa Alysanne fallecía en el parto ya tenían otra mujer para desposar a Aemond Targaryen y no iban a dejar que Lucerys Velaryon fuera el señor de Driftmark.

Nadie sabía de aquello solo aquel nido de víboras y traidores.

En una noche, en una de las habitaciones del gran castillo se encontraba aquella pareja de peli blancos. Aemond acariciaba el gran vientre de su esposa y le susurraba algunas cosas en valyrio. Alysanne estaba fascinada.

- Papi y mami, se tenían el uno al otro, luego te tuvimos a ti y entonces lo tuvimos todo - los ojos de la peli blanca se volvieron cristalinos al escuchar aquello

- Te amo - en aquel momento ambos lo tenían todo, Aemond se acerco a ella para besarla- Dudo que él entienda alto valyrio

- Es un Targaryen, obvio lo entiende

Aemond era una persona que causaba miedo y respeto con tan solo verlo pero al momento de entrar a sus aposentos y solo estar a solas con su esposa y con su próximo hijo, era una persona diferente.

- Amor - la princesa acaricio la cicatriz de su rostro - Si algo sucede en el parto, prométeme que lo escogerás

- No me pidas eso

- Por favor

- No puedo perderte

- Aemond, no podría vivir si algo le pasa a este bebé

- ¿Podemos ser menos negativos y solo pensar en el momento que este a tu lado, tomándote de la mano y después escuchar el llanto de nuestro hijo? - Aemond beso la mano de su esposa, aunque él estuviera aterrado quería transmitirle paz a su esposa y vaya que lo había logrado.

La noche transcurrió, Alysanne se durmió acurrucada a él pero en cambio de su esposa, él no podía descasar, su mirada estaba en el techo. Aemond no soportaría perder a su hijo pero tampoco soportaría perder al amor de su vida.

La peli blanca sintió el frio en la cama, abrió levemente los ojos y solo se encontró con la cama vacía. Se levanto con cuidado y tomo su bata de descanso, ella sabía muy bien dónde se encontraba Aemond.

Mientras caminaba descalza por los pasillos del gran castillo, acariciaba su vientre y en su mente solo pasaba la idea de tener una vida feliz, una vida con su bebé y esposo pero en aquella vida perfecta que planeaba en su cabeza no podía faltar Aegon en ella. Sin darse cuenta llego hasta las mazmorras que habían estado abandonadas desde hace mas de cincuenta años y pudo ver a su esposo.

Aemond estaba entrenando pero en lugar de los trajes que siempre ocupaba esta vez solo traía un pantalón y una delicada camisa blanca, se veía agotado y las gotas de sudor caían por su frente, al momento de mirar a Alysanne se detuvo. La luz de la luna entraba por el gran traga luz que estaba arriba de ellos - Hola - la princesa hablo con timidez pero el peli blanco se acerco a ella para juntar sus labios, ambos se necesitaban y cuando ella iba a acceder a poder tener un momento intimo en aquel lugar, un gran dolor se hizo presente en su vientre.