20

2.5K 267 128
                                    

- Aegon - la peli blanca se encontraba encima del antes mencionado, gimiendo el nombre de aquel peli blanco y daba pequeños golpes a la cabecera.

Fue ahí cuando Alysanne maldijo su terquedad por querer hablar con él mayor de sus tíos que tuvo que escabullirse por los pasadizos y entendió porque desde un principio Ser Arryk le negó la entrada. Aunque Helaena fuera la esposa de Aegon y ella ya hubiera procreados hijos con él, nunca había estado consciente que ellos fornicaban y aunque nunca se imagino eso, ahora ya lo había visto y esa imagen no se le borraría de la cabeza tan fácilmente.

Por otro lado la salud del Rey Viserys se agravaba día tras día, ya no se le veía a la hora de la cena, caminaba con ayuda de un bastón, la cabellera blanca que antes poseía ahora era casi inexistente pero lo que más daba de que hablar fue cuando aquel rey tapaba la mitad de su rostro con una máscara de oro pues unos cuantos días atrás había perdido el ojo a causa de su enfermedad. Dolores y malestares lo acompañaban en el transcurso del día, esos pesares hacían que su mente estuviera nublada y no pensara con claridad, ya no podía estar en las reuniones del consejo haciendo así que la mano y la reina representarán la voluntad y sabiduría del rey.

Tras ese suceso Aemond había duplicado sus horas de entrenamiento y pasaba más tiempo a solas con su madre, desde aquel día que ambos hermanos targaryen acompañaron a la joven princesa en ese pequeño paseo pudieron arreglar un poco su situación, aún seguían sin agradarse por completo pero ya no había esa necesidad de arrancarse los ojos y extremidades cada vez que se veían, Alysanne lo sabía, Aemond y Aegon eran muy diferentes y se amaban a su manera pero eso no implicaba que debían de agradarse o de ser los mejores amigos.

En esos momentos Alysanne debería de estar bordando pero era una de las actividades menos favoritas para la peli blanca así que decidió dar un tranquilo paseo por los verdes jardines del castillo, a lo lejos veía el mar y podía escuchar a los pajarillos cantar muy cerca de ella, jugueteaba con sus dedos y luchaba con la imagen que se encontraba en su mente, ella se juraba así misma que se había traumado pero tal vez eran celos de que incluso el propio Aegon tenía tiempo para su esposa a lo contrario de Aemond que en los últimos días compartía más tiempo con Ser Criston o tal vez era otra clase tipo de celos.

Su paseo en aquellos jardines no duraron mucho pues no solo la imagen de lo que había visto momentos antes la estaba atormentando sino que dicha imagen había traído aquel recuerdo del tercer día de celebración de su boda, cuando se encontraba en los aposentos de su tío Aegon completamente desnuda y sintiendo uno de los mejores orgasmos de toda su vida.

Su feminidad se humedecía y aunque no era experta en el tema podía ser de ayuda el recuerdo de los movimientos que Aegon le había enseñado aquel día.

Entro a sus aposentos y le pidió estrictamente a Ser Erryk que no dejara entrar a nadie, se deshizo de todos sus ropajes para sólo quedar en camisón y así dirigirse a su cama, con cuidado llevó una de sus manos a su feminidad, entrecerró los ojos para tener un recuerdo más visible de los movimientos del príncipe e imaginarse lo que en aquel paseo con los príncipes había deseado que pasara y como si sus dedos supieran exactamente qué hacer y en donde moverse, sus dos dedos empezaron a dibujar pequeños círculos delicados, sus movimientos fueron menos cuidadosos, más y más, aquellos movimientos cada vez eran más rápidos, más descuidados, su columna se arqueaba y tenía esa necesidad de ser penetrada, como si fuese una necesidad o un reflejo, sus dos dedos entraron en ella haciendo bruscos movimientos que a ella le encantaban y de su boca salían leves gemidos aunque se mordiera los labios para no ser escuchada por su guardia juramentado que cuidaba la puerta de sus aposentos. La imagen de los dos príncipes en su cama mientras que el mayor la penetraba y el menor la besa al mismo tiempo que acariciaba sus senos fue lo suficiente para que la princesa pudiera llegar a su orgasmo, por el gran placer sus ojos estaban entrecerrados pero cuando su cuerpo cayó rendido su mirada se esclareció y al divisar quien estaba enfrente de ella, sintió cómo la vergüenza viajaba por todo su cuerpo hasta llegar a sus mejillas que estaban coloradas.

Enemy to lovers (Aemond Targaryen) (Aegon II Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora