Alfa Dominio // Adaptación Emiliaco Omegaverse

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— ¡¿Qué hiciste qué?! — Gritó Joaquín, sintiendo la furia recorrer por todas y cada una de sus venas.

Era jueves, justo a punto de anochecer.

El alfa castaño había pedido a su mejor amiga que lo llevara a la casa azul, dónde se estaría dando una gran, pero privada celebración por el cumpleaños del presidente.

Sólo asistiría gente con invitación, por lo general, personas con prestigio. Justo el tipo de individuos con los que el presidente se relacionaba.

Iba a ser aburrido cómo el infierno estar ahí alrededor de tanta gente alzada con prendas excesiva e innecesariamente caras. Joyería original que buscarían presumir y sus perfectas familias. Por lo único que iba era por el exquisito vino tinto que servía el presidente en sus celebraciones, sólo en ocasiones especiales.

Regresando al ambiente en el auto, estaban justo estacionados frente a la casa azul, Joaquín estuvo a punto de despedirse sino fuera por las palabras que había soltado su mejor amiga.

Realmente deseaba que fuera una broma.

— No es la gran cosa, Joaquín. Además sirve que descansas.— La omega quiso restarle importancia a la situación.

— ¡¿Qué no es la gran cosa?! ¡¿Cómo vas a pedirle a Elyzabeth Mata que te ayude con tu celo mañana?! ¡¿Eh?! ¡Apenas la conoces! — Su voz reflejaba su enojo. A éstas alturas ni siquiera intentaba ocultarlo.

— Cálmate. Es mi celo y yo elijo con quién pasarlo.— Sostuvo su postura.

— ¡No es eso! ¡¿Y si no se controla y te embaraza?! ¡¿Y si te lastima?!

— Pues será mi problema. No entiendo porqué te enojas. Siempre estuviste de acuerdo cuándo tenía novios ó novias y me ayudaban con mis celos.

Porque aún no estaba enamorado de tí.

— ¡Me preocupo por tí!

— ¡Pues no necesito tu absurda preocupación! — Gritó Leidy, harta de la actitud de su mejor amigo.— ¡Soy una mujer de 23 años que sabe lo que hace!

Joaquín se obligó a respirar profundamente, sólo porque la omega se escuchaba enojada.

Pero finalmente cedió a su orgullo.

— Haz lo que quieras. — Dijo para salir rápidamente del auto.

Ahora no se sentía ni la mitad de bien que antes.

Al salir de su casa con su hermoso traje ceñido a su cuerpo y su cabello rizado se había sentido inalcanzable, totalmente guapo.

Pero después de que Leidy le confesara que le había pedido a Elyzabeth Mata ayuda para su celo, el cuál sería mañana, todo rastro de buenas vibras desapareció.

Quería golpear a alguien y si era aquella alfa de pelos negros sería mejor.

Estaba enojado y herido. Pero finalmente cayó en la triste realidad de que no tenía derecho alguno de reclamarle a Leidy y que probablemente había quedado cómo un imbécil frente a la omega.