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La noche había llegado, y con ella un Emilio llendo a la casa de Joaquín.

El alfa rizado podía asegurar que ahora se encontraba más tranquilo, después de hablar casi por 1 hora con María en su auto ésta se bajó, agradeciendo su tiempo y disculpándose una vez más.

Emilio había podido respirar cuándo dió por finalizada aquella relación que desde un inicio no tuvo rumbo alguno. Ambos no eran compatibles en lo absoluto, y lo único que tenían en común era el hecho de dejarse controlar por sus padres.

Después, se dispuso a ir por las hamburguesas que Joaquín había mencionado, yendo a comprarlas al restaurante de su preferencia.

Finalmente llegó al departamento del castaño, tocando el timbre con una de sus manos, mientras la otra sostenía la bolsa con su cena dentro.

— Hola-

Joaquín había callado abruptamente, alejándose para dejarlo pasar.

El rizado frunció el ceño. ¿Y su beso?

— Hola, bebé. — Emilio quiso tantear acercándose, pero Joaquín nuevamente lo había esquivado.

— Hueles a María. Mucho. — Comentó.

— ¡Sobre eso! ¡Joaquín todo salió genial! — Se emocionó al recordar que finalmente era libre de cualquier lazo con aquella chica.

El castaño había olfateado con desconfianza.

— Uh, lo siento, hablamos en mi auto. — Dijo el rizado, luciendo más calmado.

Joaquín trató de controlarse, pero era inevitable sentir disgusto ante el olor de la omega en su alfa. Sentía el disgusto latente en su pecho.

— ¿Quieres que me ponga ropa tuya? — Sugirió.

Finalmente el castaño negó.— No, no. Lo siento, no sé porqué estoy siendo así.

— Yo lo siento, debí haberme duchado, pero fué tanta la emoción por verte que vine disparado.

Entonces Joaquín sonrió, y segundos después se colgó de su cuello, hundiendo la nariz en el mismo queriendo dejarle una marca de aroma.

Emilio se sintió con el corazón a mil. Le encantaba cuándo Joaquín actuaba así, le hacía sentir correspondido, pues él también quería de su aroma.

Entonces sintió cómo la pequeña nariz del castaño rozó su piel, bajando hasta sus clavículas, específicamente el lugar dónde estaba la cicatriz de aquella marca. El alfa en cinta no dudó en hundir sus colmillos ahí, sacándole un ruido entre quejido y jadeo al rizado.

— Ah, Joaquín...

Emilio se obligó a tomar al castaño de la cintura y acariciar ahí, buscando brindarle tranquilidad.

Momentos después sintió la lengua del castaño pasarse por ahí. Podía sentir a su lobo brincar ante la emoción que eso le causaba, Joaquín parecía haber actuado cegado por los celos de oler a alguien ahí.

— Lo siento. — Murmuró, dejando un breve beso sobre la reciente herida.

Ahora lucía avergonzado y se ocultó nuevamente en el cuello del alfa.

— Está bien, ahora puedo olerte en mí. Me encanta, cada vez percibo más el olor de Joamilio. — Le dijo al oído.

Joaquín rió contra su piel.

Se quedaron unos momentos en silencio hasta que el castaño habló.

— Cuéntame lo que pasó con María. — Habló, separándose lentamente con una leve sonrisa en su rostro.

Ambos fueron inconscientemente hacía el sillón, sus piernas estaban pegadas a las del otro. Eran pequeños gestos que pasaban desapercibidos, pero que los sentían calar en cada milímetro de su piel.

— Ella me confesó que nunca estuvo embarazada... me contó muchas cosas, entre ellas que su madre era una controladora de lo peor, que la obligó a embarazarse. Ella me dijo que no quería, así que mintió sobre su estado en lo que pensaba que hacer. También me pidió disculpas.

— Woah, woah, alto ahí. — Interrumpió Joaquín. — ¿Hablamos de la misma María.

La incredulidad era evidente. El castaño tenía una perspectiva completamente diferente de la omega, él había visto lo que ella mostraba al mundo, pero después de todo, ¿no es eso lo que todos logramos percibir de los demás? Solamente lo que cada quién está dispuesto a demostrar al exterior.

— Yo también sigo sorprendido. Pero realmente lucía arrepentida y...— Emilio se mordió la lengua antes de mencionar el hecho del amor no correspondido de la omega, después de todo ella pidió que no le contara a nadie más, y Emilio no era quién para ventilar los secretos de los demás.

— ¿Y..? — Alentó Joaquín a que siguiera hablando.

— Uhm, hicimos un plan. Diremos que lo perdió, así nos evitamos dar explicaciones. Después diremos que nuestra relación no funcionaría más por la distancia. Es simple.

El castaño asintió pensativo. — ¿Le dijiste algo sobre... mí? — Cuestionó temeroso.

El rizado negó. — Sé que ella se abrió en ese aspecto a mí, pero yo no puedo poner lo de nosotros en riesgo de que se enteren personas no deseadas. No cuándo tenemos a Joamilio en medio. Además, estamos cerca de la felicidad lejos de aquí, muy pronto.

— Está bien, pienso lo mismo. No es necesario ventilarlo ahora, ya habrá tiempo, ¿verdad?

El alfa rizado asintió, sonriendo. Después se acercó de manera lenta y sugerente hasta tomar a Joaquín de la cintura y besar dulcemente sus labios. El castaño correspondió al instante, poniendo sus manos en los hombros de éste.

El beso había sido dulce, tranquilo, y suave. Eran momentos cómo esos que dejaban evidencia lo enamorado que estaban uno por el otro. Era simplemente tan lindo y adictivo.

Finalmente se separaron, haciendo que un chasquido sonara por el movimiento de sus labios. Ambos se miraron fijamente, sonriendo.

— Comamos ya. Tenemos hambre. — Habló Joaquín.

Emilio rió embobado. Le encantaba cuándo el castaño simplemente se refería a él y al bebé en una misma oración.

— ¿Prometes no hacer tus mezclas raras?

— Tarde. Ya saqué la mermelada.

Ambos carcajearon, a pesar de que broma no era.



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Seguimos............




Nos vemos AlbertXioW.

Alfa Dominio // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora