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— También me vuelves loco. — Confesó Joaquín, su voz saliendo más ronca de lo normal.

El rizado dejó un camino de besos desde su cuello, pasando por su mandíbula hasta finalmente picotear sus labios.

Ambos se miraron antes de unir sus labios. Hubo algo distinto en esa mirada, algo que los dos alfas fueron capaces de sentir, pero no se podía explicar.

El choque de sus labios se sentía magnífico, sabían que ningunos otros labios tendrían el mismo sabor, ni la misma textura. Mucho menos generarían el mismo sentir.

A ambos se les escaparon suspiros en medio del beso, Joaquín se sentía tan cálido con el cuerpo de Emilio sobre él, era simplemente tan correcto, dudaba que algo tan lindo cómo eso fuera a ser mal visto.

Ni hablar de la emoción latente en sus pechos. Era algo que ambos podían sentir. Algo que a ambos les agitaba de la misma manera.

Las manos del alfa rizado acariciaban las mejilla de Joaquín, mientras el castaño situó las suyas en la espalda de éste, haciendo círculos con las palmas de sus manos.

Cayeron hacía atrás, Emilio quedando sobre el cuerpo de Joaquín, pero sosteniéndose con ambas manos. Las narices de ambos chocaron mientras se miraban a los ojos, sus bocas ya no estaban unidas, sólo eran el uno apreciando los ojos del otro.

Emilio acercó más su rostro y parpadeó múltiples veces, haciendo cosquillas a Joaquín con sus pestañas. El alfa castaño rió mientras cerraba sus ojos. Después el rizado salió de encima y se tumbó a su lado.

— Te extrañé, y demasiado. — Declaró.

— Emilio... sabes mis razones para alejarme.

— Lo sé, Joaquín. Lo sé. Pero éstos días fueron un infierno, jamás creí poder anhelar a alguien cómo te anhelo a tí. — Su voz sonaba llena de ilusión.

— Estás comprometido y esperando un bebé de una omega que te promete un buen futuro a su lado...— Recordó.

—J-joaquín, no. Yo no me voy a casar con María, nunca le hubiera dado un anillo si no fuera por la presión de mi madre y ella. A pesar de estar comprometidos y esperando un bebé no logro sentir nada hacía ella. No soy capaz de casarme, no quiero vivir infeliz.

El castaño miró enternecido a Emilio. A pesar de ser testigo de sus malas decisiones se compadecía, Emilio había sido criado por personas controladoras que se hicieron llamar padres, y aún así el rizado trataba de ser una buena persona.

— Contigo aquí me siento tan bien, tan feliz. Me siento emocionado, siento que las cosas pueden mejorar. Incluso, dios, mi lobo ya estaba jodidamente fascinado con tu olor y ahora que es consciente del aroma del cachorro es aún mejor. ¿Tú no lo sientes?

— Sí, pero apareció tan gradualmente que ni siquiera fuí capaz de darme cuenta. Aún así el maldito vómito me recuerda que hay algo aquí. — Señaló su vientre.

Emilio hizo una mueca ante el tono de voz y la palabra que Joaquín usó para referirse al cachorro. — Tú...no quieres tenerlo, ¿verdad?

Joaquín sintió una punzada en el pecho al ver la cara que el rizado tenía.

— Emilio, mira la situación. No sería lo mejor traer un hijo a éste mundo cuándo no puedo garantizarle un buen futuro... yo no quiero pasar por todo el proceso sólo

— No estarás sólo, Joaquín. — Le dijo volteándose completamente, viéndose frente a frente. — Yo estaré contigo. — Extendió su mano para acariciar los rizos castaños.

Alfa Dominio // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora