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Joaquín tuvo un día para pensarlo, y realmente no estaba tan convencido de querer compartir un viaje con Emilio Osorio, no por el hecho de no quererlo cerca, sino, porque se suponía que debía guardar distancia.

Pero el viernes por la tarde le llegó correspondencia, algo sumamente inusual.





" Para Joaquín;

Hola, soy Emilio. Debido a que me tienes bloqueado nuevamente de toda red social he decidido mandarte una carta, al menos por aquí no me puedes bloquear.

Leidy me dijo que ya te habló sobre lo que le pedí, pero también dijo que no estabas muy convencido, así que quería pedírtelo personalmente.

Será algo divertido, sólo seremos los chicos haciendo desastre por un fin de semana. Y a cualquiera le viene bien un poco de diversión para combatir el estrés.

Realmente me gustaría que vinieras, prometo no hacer ningún movimiento hacía tí que no quieras, incluso si quieres no te dirijo la palabra, sólo quiero verte ahí.

Nos la pasamos muy bien cuándo fuimos a Guadalajara aquella vez, y me refiero a nuestras horas en carretera.

Si decides venir (por favor que así sea) saldremos a las 9 de la mañana, yo pasaré por todos, así que avísame con anterioridad.

Saludos, ó cualquier cosa que se deba poner al final en una carta."





Joaquín no quería decir que el gesto de la carta había movido algo en su pecho, pero lo hizo. Emilio pudo haber simplemente enviado un mensaje desde otro celular, pero decidió tomarse la molestia de escribir a mano y llevar a correos aquel papel.

Por eso, a pesar de que no envió ningún aviso al rizado de que iría, el sábado caminó hacía la casa del alfa faltando media hora para las 9, cargando una bolsa con lo necesario para esos 2 días.

El alfa castaño había creído que sería un recorrido rápido, pero le había tomado 30 minutos llegar, lamentándose no haber ido en auto, pero al menos pudo criticar todas las casas lujosas que habían en aquella provincia.

Y justo cuándo se estaba debatiendo sobre tocar la puerta, un auto que se parecía a una van secuestra niños iba saliendo de la cochera.

Joaquín volteó y pudo distinguir a Emilio en el asiento del conductor, los ojos de éste habían expresado sorpresa, luego una sonrisa apareció en su rostro.

No bajó la ventanilla para hablarle, él se había bajado completamente del auto.

— ¡No esperaba verte!

Había sido tanta la emoción que llegó a él con un abrazo. Joaquín simplemente se lo correspondió con brevedad. Emilio había estado sumamente afectado cuándo el aroma de Joaquín lo golpeó tan cerca.

— Uh, en realidad no estaba seguro de si vendría ó no, pero aquí estoy.

El rizado negó con una sonrisa, tomando la bolsa de éste con su mano.— La pondré en la cajuela. Puedes sentarte dónde quieras.— Una parte del chico esperaba que Joaquín tomara el lugar del copiloto, pero sus esperanzas fueron derrumbadas cuándo éste se subió en los asientos del medio.

— ¿Ya ibas por los demás? — Le preguntó cuándo éste volvió a su lugar.

— Sí, primero pasaré por Elyzabeth que está en la casa de Leidy, así menos vueltas. Uhm, Leidy me mandó la ubicación, ¿Tú sabes dónde vive por si nos perdemos? — Preguntó poniendo en marcha el auto.

Alfa Dominio // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora