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Aviso: contenido explícito 🔥🔥🔥🔥




— Vamos. — Dijo Emilio una vez llegaron a su casa.

Joaquín se sorprendió de lo cerca que vivían, así cómo lo elegante que era ésta, demasiado agradable a la vista.

Salieron del auto y Joaquín no podía pensar en nada más que liberar la incomodidad en sus pantalones.

Durante todo el trayecto Emilio había puesto su mano sobre el muslo del castaño, dando apretones de vez en cuándo.

Joaquín había estado pensando acerca de lo que estaba haciendo, pues había evitado al chico y odiaba cómo siempre terminaba junto a él. En realidad, no odiaba al alfa, sino, a su escasa fuerza de voluntad.

El castaño se había dicho a sí mismo que lo olvidaría y buscaría a alguien más, pero justo ayer pudo darse cuenta que a pesar de haber sido demasiado bueno el sexo con Eduardo y Nikolás, no se comparaba en absoluto a la actitud que Emilio empleaba sobre él.

Había estado jodidamente duro solamente por una marca de olor y por ver el bulto en la entrepierna del rizado. Sólo eso había bastado.

Se sentía patético.

Pero no podía seguir pensando mucho debido a la boca demandante de Emilio sobre la suya, lo había puesto contra la pared apenas entraron a la casa, cómo si fueran tantas las ansías que no podían esperar un segundo más.

Joaquín gimió cuándo Emilio succionó su lengua y después siguió a morderle los labios con tanta intensidad.

La mano del rizado estaba acariciando su cuello con fuerza, y la otra se había metido debajo de su camisa mientras acariciaba la piel de su cintura.

Sus erecciones estaban una contra la otra, sin espacio alguno.

Joaquín llevó sus manos al cuello del alfa, queriendo acariciarlo y pegarlo más hacía sí.

Ambos jadearon cuándo sintieron el sabor metálico de la sangre de Joaquín, pues el labio había comenzado a gotear.

Entonces Emilio puso poca distancia entre sus rostros, pero las manos no se movieron.

— ¿Estás bien? ¿Fué mucho?

El corazón de Joaquín había comenzado a latir desenfrenadamente ante la mirada de preocupación que le dió Emilio. La mano que antes estaba en sus hebras castañas ahora acariciaban el labio.

— Está bien...— Murmuró con su voz algo ronca. — Me gusta que muerdan mis labios. — Confesó.

Emilio le sonrió antes de besarlo, ésta vez sólo eran sus lenguas, no había dientes.

Joaquín estaba meneando sus caderas para conseguir un poco de alivio en su erección, Emilio había gemido ante la repentina sensación.

— Ah, Joaquín. Me vuelves loco. — Le dijo a escasos centímetros de su boca.

El castaño ésta vez llevó sus labios al cuello de Emilio y su nariz también se hundió justo en la glándula de olor. Olía demasiado a café, era tan abrumador cómo encantador y cuándo menos se dió cuenta ya estaba dejando su olor en él.

— ¿Entonces tú olerás a mí y yo a tí? — Le preguntó.

Joaquín ronroneó en respuesta, muy ocupado en su labor y después su boca subió por todo el cuello, besando el mentón y finalmente nuevamente encontrándose con los labios del rizado.

— Estás muy duro. — Habló Joaquín, entre besos.

— Es por tí. ¿Eso te gusta?. — Dijo sugerente.

Alfa Dominio // Adaptación Emiliaco OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora