13: Senario

14.9K 1.2K 1.6K
                                    

Maratón 2/2

JAZMÍN.

Sin mentir, tenía tanto sueño que sí no fuera por la música fuerte de la camioneta, me hubiese dormido por completo en el trayecto. Pero Enzo y Juli cantaban a mí lado como esos psicópatas.

¿Por qué tuve que venir con éstos dos?

—Chofis, subíle al volumen —pidió Enzurri. Tanto el como Juli tenían lentes de sol y ni siquiera había sol, porque era de noche.

El chófer asintió, muy serio, y le subió el volumen.

¡Mami soy tu diablo!

—¡Prr! —Juli y Enzo bailaban sentados, moviéndose de un lado a otro. Yo me reía al verlos.

Tu nene malo —cantó Juli.

—Te escupo y el pelo te jalo —Enzo hizo el gesto de estirarle el pelo a alguien.

Tan poéticos ellos.

Estuvieron cantando todo el camino, hasta que veinte minutos después, llegamos al club nocturno.
Se veía interesante, era oscuro y tenía un gran cartel que decía Senario Arabiac Club, en luces neón. Sonreí al ver el lugar, era muy elegante y a la vez casual.
Varias camionetas ya estaban estacionadas ahí, Juli fue el primero en bajar y me abrió la puerta.

—Gracias, bobo —le sonreí, despeinándolo.

—Estás muy linda —me dijo con amabilidad y me ofreció el brazo.

Antes de que pueda aceptar, Enzo se puso en medio de nosotros y nos abrazó.

—¡Vamos a divertirnos locoo!

Los tres reímos y caminamos dentro.

Allí, un guardia nos esperaba. Nos preguntó los nombres y Otamendi apareció con una birrita en la mano.

—Dejales pasar, pelotudo —lo empujó y luego se rió— Te jodo, viejo. They are also from selection, ok.

Le dijo que nosotros también eramos de la selección, así que el guardia grandulón de rasgos árabes se hizo a un lado y nos dejó pasar.

Apenas entramos al lugar, Enzo y Juli comenzaron a bailar mientras Otamendi gritaba;

—¡OEEEAA, EH, EH, EH!

Caminamos hasta un rincón del bar, que estaba repleto de luces neón y butacones de color blanco. No había mucha gente, un grupo de extraños y los chicos de la selección. Emiliano aún no estaba. Lo sabía porque reconocería su gran altura a larga distancia. ¿Será que siquiera vendría?

De los de la selección, no todos habían venido. Por ejemplo, Leo no estaba, o bueno, aún no había venido, ni Anto.
Estaban Cuti, Papu, Lauti, Lisandro, hasta Di Maria, con su esposa. También estaban Alex, Kuni, y Franco (uno de los arqueros).

Mientras los chicos molestaban a Enzo y a Juli, Kuni me vió, estaba con la esposa.

—¡Señorita Martineeezz! —me ofreció una botellita de cerveza. —Ah perdona, me confundí, Fernández quise decir. Viste que son como iguales los apellidos.

Reí y acepté la botella, no tomaría mucho igual porque debía cuidar a Enzo y a Juli. Eran ellos los que merecían celebrar.

—Como dos gotas de agua —rodé los ojos, divertida y bebí un poco de la botella. —Voy a pedir un trago, mejor. ¿Alguien quiere algo?

Evité preguntarle a Kuni sobre Emiliano, supongo que no vendría.

—Si puedes traer más botellitas —Kun sonrió con inocencia.

Fugaces | Dibu Martinez (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora