JAZMÍN.La fiesta de campeón del mundo para Emi había sido todo un éxito. El se puso muy feliz que no paró de bailar, tomar y hablar toda la noche. Sus amigos, familia y conocidos se divirtieron tanto junto a él, acompañándolo. Eso me alegraba.
Regresamos a mí departamento básicamente al día siguiente, el 15 de febrero. Muy cansados y borrachos. Todos los invitados fueron a sus respectivas casas y los jugadores de la selección tuvieron que viajar a sus clubes. Fue una emotiva despedida. Los extrañaría bastante.
Como decía, yo no estaba tan borracha, pero Emi si. Así que como mujer adulta responsable, pedí un uber que nos lleve a mi casa, con Emi. Al llegar, ya estábamos lo suficientemente cansados como para siquiera hablar, así que simplemente nos tiramos en mí cama, a dormir. Con la cabezota de Skyla cubriéndonos del frío.
Recordaba casi todo, pero estaba segura que Emi no, había tomado demasiado. Y no había problema con ello, era su fiesta, tenía todo el derecho del mundo. Sólo me resultaba gracioso el hecho de que antes de dormir, me abrazó como si fuese un peluche y me dijo;
—¿Te querés casar conmigo? —había balbuceado, riéndose con demasiada felicidad. Lo que me hacía reír a mí.
—Estás loco —le había dicho— y borracho, no pensás bien las cosas.
Claro que quería ser todo con el, estaba demasiado enamorada como para negarme. Pero tampoco le creería tanto a Emi borracho, ni me ilusionaría al pedo.
—Dale, casáte conmigo Jazmín —siguió insistiendo, colocando su cabeza contra mí pecho, envolviéndome con sus grandes brazos.
—¿Estás seguro? ¿No te vas a arrepentir después? —había bromeado, acariciando su cabello. La bandera de Argentina había desaparecido completamente de su pelo, dejándolo castaño como siempre.
—Nunca estuve más seguro de algo en mi vida, nena.
Había de admitir que en ese momento me derretí, de tan solo pensar en tal cosa. Unir mí vida a la de Emi para siempre, sería como un regalo divino. Todos los días sentía en mi corazón que éste hombre había nacido para dos cosas;
1. Para ser campeón del mundo.
2. Para mi.
Pero como decía, no me quería ilusionar.
—Bueno, sí, como querás —me había reído, dejando un beso en el lunar de su mejilla. Emiliano sonrió como un niño feliz.
—Sí quiero, en serio —me sorprendía que pueda ponerse serio aun estando borracho— Cuando te vi por primera vez, con esos ojos tan bonitos diciéndome "hola", pensé que eras una mujer hermosa, sin duda. Y aunque estaba aún "enamorado" de Gema, poco a poco fuiste haciéndote un espacio en mí corazón que luego fue tornándose más y más grande. Dios, no entendí como pasó pero de un día para otro ya estaba completamente embobado por vos, pensando todos los días en tus abrazos, en tu ternura, en tu belleza. No sé qué me hiciste, Jazmin. Pero nunca me enamoré de ésta forma y no pienso soltarte.
Me contuve de derramar lagrimitas. Emiliano podía ser muy profundo cuando se proponía (incluso borracho)
—A dormir, mi amor —lo apegué aún más a mí pecho, deseando que nunca más se vaya de mi lado.
—Buenas noches, señora Martinez —fue lo último que me dijo, acomodándose sobre mí pecho. Ya estábamos muy cansados para seguir hablando y en menos de cinco minutos, los dos ya estábamos durmiendo pacíficamente.
. . .
Al día siguiente, bueno, en la mañana del mismo día. Me desperté sintiéndome con dolor de cabeza y cansancio. Además, sentía el estómago revuelto. Supongo que ayer comí demasiados dulces, ya sabía que eso me causaría nauseas. Pero estábamos de fiesta, en ese momento no me importó.
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Fugaces | Dibu Martinez (TERMINADA)
Fanfiction>> Ella se enamoró primero, pero el se enamoró más fuerte. << Jazmín Fernández era la menor de cinco hermanos. Con 20 años, era la favorita y la protegida de Enzo Fernández, su hermano mayor y conocido jugador profesional de la selección de Argentin...