Capítulo Extra 3 (Parte I)

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JAZMÍN.

Había días en los que el embarazo no me dejaba dormir, bueno, era normal según mí obstetra.
Emi despertó un par de veces y me preguntó de forma somnolienta sí necesitaba algo. Le repetí que no, y dulcemente le dije que vuelva a dormir.

Fuí a la cocina a por una taza de leche tibia y cuando me sentí mejor, volví a la pieza. Me acosté y sentí una ligera punzada en el vientre bajo. Ya estaba acostumbrada, porque eran dolores normales de un embarazo de cinco meses, nada de que preocuparse.
Me acaricié la pequeña pancita con una sonrisa boba y cuando me dispuse a dormir, no fué el dolor que me despertó, sino el sonido del celular.

Intenté ignorarlo, ya que venía del celular de Emi y muy seguramente era algún amigo suyo o mensajes del grupo de la selección o del Aston, que se yo. En fin, cerré los ojos con fuerza intentando dormir, hasta que empezaron a llegar más.

No seas metiche, Jazmín

Medio enojada por el sonido, me levanté y tomé el celular de Emi con cuidado de no despertarlo. Lo encendí únicamente para sacarle el sonido pero por consecuencia tuve que ver un par de mensajitos.

Mandi te ha enviado cinco mensajes.

El último mensaje era el único que podía verse.

Mandi: Qué bueno que te guste, voy a enviarte más cuando quieras.

Dejé el celular con rapidez sobre la mesa, cuando sentí que Emi se estaba removiendo. Me acosté a su lado y abracé la almohada con preocupación.
No quería pensar mal de mí prometido, pero los mensajes dejaban mucho que pensar. Cerré mis ojos, sintiendo un horrible nudo en la garganta.

Emi colocó su mano en mí cintura, abrazándome contra su cuerpo. No pude disfrutar de su cercanía y cariño como otras noches. No después de ver lo que ví.

. . .

Che como amo tu auto, te lo voy a terminar robando —se reía Enzo, subiendo la música a todo volumen. Le dije que conduzca por mí, ya que yo no tenía ganas. Hoy le tocaba acompañarme a hacer unos quehaceres ya que Emi tenía entrenamiento y Valu estaba con Oli viendo el tema de su nueva escuela.

—Compráte uno igual —opiné, sin dejar de mirar la ventana. Bebí de mí jugo de frutilla, en silencio.

—Eh, pero que te anda pasando a vos —paramos en un semáforo rojo y Enzo pasó a mirarme— Tenés la carita triste. Más fea que de costumbre.

—Ja, ja —rodé los ojos y Enzo soltó una risotada.

—Ya, decíme —empujó mi hombro con su mano, levemente— Estás triste vos, mirá que siempre soles estar re manija. ¿Todo bien con el Dibu?

—No —fuí sincera, pues Enzo era mí hermano más querido, no podía mentirle porque de todas formas me iba a pillar el pelotudo— Le encontré mensajes raros en el teléfono y no sé que pensar de el ahora.

Enzo asintió, mientras volvía a manejar por las bonitas calles de Londres.

—Ah, un tema delicado viste —se mordió el labio, sin apartar la mirada de la calle— Pero no te callés, siempre tenes que ir de frente, Jaz. Y no lo digo porque tenes una rampa de aterrizaje como frente.

Lo miré mal y el se aguantó la risa. Enzo siendo Enzo.

Sí, pero no quiero pelear más con Emi. Estamos bien ahora.

—No, el está bien. Vos no lo estás. Decíle lo que viste y que te dé una explicación, tampoco tiene que boludearte.

Asentí, analizando su consejo.

Fugaces | Dibu Martinez (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora