38: El Sí definitivo

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EMILIANO.

Otro partido perdido más, de los muchos que ya habíamos perdido. Definitivamente febrero no estaba siendo un buen mes para el Aston Villa.

Aunque bueno, sacando todo lo malo, me gustó volver a enfrentarme al Arsenal. Era mi antiguo club y le tenía cariño. La pasé bien, al menos, aunque me metieron cuatro goles.

Creo que lo peor de todo no era perder, sino la presión social. Los fans esperaban mucho de mí al salir campeón del mundo con la selección Argentina. No entendían que yo no era una máquina de atajadas, era tan solo un humano que había tenido la suerte de ganar el mundial.
Las redes me hacían mierda todos los días, muchos me odiaban, me decían cosas malas. Cosas que en su mayoría ignoraba, pero aveces era un poco imposible. Dolía recibir el odio de la gente, aunque me pese admitirlo.

Y no tener a mí chica acá, lo hacía mil veces más difícil.
Probé llamarla unas cuantas veces, para cerciorarme de que había llegado bien a Italia. Sin embargo, no recibí respuesta alguna. Su celular estaba apagado o fuera de línea.

Así que, pasé un sábado de perros. Luego de perder, sin comunicación con mí novia y encerrado en mi departamento en la más insignificante soledad.

Aveces sentía que dependía mucho de Jazmin, lo cual en cierto sentido era malo. Yo la amaba, con todas mis fuerzas. Pero no podía tener un humor tan malo solo porque ella no estaba (y no me contestaba). Es decir, ella era modelo, ahora su carrera estaba despegando y viajaría a miles de lugares al igual que yo. Debía entenderla así como ella me entendía a mí.

Tenía que aceptar que nuestra relación se basaría en amarnos mucho, incluso aunque tengamos que estar separados la mayoría del tiempo.

Pero en fin, por ella valdría absolutamente toda la pena.

. . .

JAZMÍN.

Jaz...

—No voy a ser buena madre, soy muy joven —caminaba de un lado a otro, con desesperación. —No sé cómo cuidarlo, ni que nombre ponerle. ¿Hortaliza, Hanna, Limón?

Paulo me miró extrañado.

—Jaz...

—Dios, le tendré que decir a Emi —estaba que me agarraba de los pelos— ¿Cómo va reaccionar? ¿Y si no me ama lo suficiente y me deja?

—Jaz...

—¿Y si en vez de un bebé de pronto son cuatrillizos? Hortencia, la prima de mi bisabuela tuvo esa condición. ¡Cuatro bebés! No, mí pobre vagina no lo soportaría.

—Dios mio —Paulo se acarició la nariz, soportando mi desesperación.

En ese momento, la puerta de la casa se abrió y Oriana entró a la casa, con sus maletas. Paulo la miró aliviado y yo no le presté atención, seguía en mí mundo de desesperación y locura.

—Holiiis —saludó Ori, felizmente. Su ceño se frunció extrañado al ver la situación en la que estábamos.

—Gracias al cielo llegaste —Paulo corrió hasta su novia y se escondió detrás de ella— Ayudáme, amor.

—¿Pero qué pasó?

—¡Voy a ser mamá, eso pasa! —me puse a llorar, abrazando la almohada.

Oriana sonrió enormemente, caminando hasta mí para darme un abrazo.

—¡Felicidades ami... !

—¡No estamos felices!

Ella se detuvo, extrañada.

Fugaces | Dibu Martinez (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora