14: Octavos de Final

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JAZMÍN.

Sobraba decir que en la mañana siguiente me moría de la verguenza. Definitivamente el alcohol y yo no éramos buenos amigos.

Fui tan pelotuda, me había controlado tanto para al final tirarlo todo a la basura. Seguramente Emiliano ahora me odiaba o algo parecido. Bueno, odiarme no. Pero capaz y ya no quiere que sea su amiga.

Ayer, después de lanzarme a el (y ser rechazada) salí a la discoteca y ya no pude concentrarme. Estaba incómoda así que me fuí, en un taxi. Recuerdo que Enzo y Juli me persiguieron, queriendo saber que sucedía. Les había sonreído dulcemente, añadiendo un;

—Me cago de sueño, los veo en la mañana.

Ellos quedaron tranquilos y yo había vuelto a la Universidad, con los auriculares puestos. Escuchaba una canción triste, mientras intentaba no deprimirme por algo tan insignificante.

Y me sentía tan estúpida por ello.

Al día siguiente, me desperté temprano, me preparé un buen mate y decidí olvidar lo ocurrido. Bueno, ya está, me había rechazado. ¿Era obvio, no?

Tenía que superarlo. Éste mundial era más importante, lo era para Enzo, para Juli, para todos. No podía centrarme en otras cosas. Debía apoyarlos.

—¿Me vas a acompañar al entrenamiento? —preguntó Enzo, aún medio dormido. Apenas eran las cinco y cincuenta, yo me había despertado demasiado temprano.

—Dale —accedí sin mucho ánimo de ver a Emiliano a las seis de la mañana, pero bueno, todo sea por el equipo.

Esperé unos diez minutos a que Enzo esté listo. Observé como se acercaba a Valentina y a Olivia que dormían, sonreí cuando dejó un beso en la frente de cada una. Algún día, Jazmin.

Mí hermano era uno de los jugadores más jóvenes de la selección y se había casado a temprana edad. Muchos lo juzgaban por ello, pero Enzo hacia lo mejor que podía por su pequeña familia. El amaba a Olivia y a Valentina, y aunque era un poco fiestero (como todo joven de su edad) nunca dejaba de lado a su esposa y a su hijita. Era el tipo de hombre que yo creía merecer.

Ser un equipo, apoyarnos mutuamente, acompañar los procesos de cada uno. Era lo que yo añoraba en una pareja.

Enzo terminó de despedirse de ellos y salió tras la puerta, yo lo seguí en silencio. El traía, como siempre, su uniforme de la selección, un buzo de color celeste oscuro y unos shorts azules.

Yo me vestí con unos leggins cortos y deportivos, de color negro. Unos zapatos deportivos de color blanco, un top negro y me cubrí con una sudadera blanca, con capucha incluida. Por suerte, esa mañana en Doha no hacía tanto calor y podía pasar desapercibida.

Me coloqué la capucha blanca, cubriendo por completo mí cabello castaño y también me cubrí los ojos con unas gafas de sol. Tenía toda la facha, con mí matecito.

Luego de una larga caminata con Enzo, entre risas y charlas. Pasamos por Juli al cuarto que compartía con su novia.

—Ehhh, mira vos que haces por acá a estas horas —Juli al verme inmediatamente me abrazó.

Tenía cara de que no había dormido ni dos horas. Y es que Enzo y el quién sabe a qué hora regresaron de la fiesta de anoche.

Yo por lo menos dormí 3 horitas.

—Deja, que ella solo vino por Dibu —se burló Enzo. Juli y el rieron y yo adelanté mí caminata, incómoda. —Para, para, para. Jazmiiin.

—¿Qué? —me giré a verlos, cansada.

Fugaces | Dibu Martinez (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora