37: Sorpresas en Turín

7.8K 679 712
                                    

JAZMÍN.

Volver a la realidad siempre pegaba duro, eso era obvio. Ni siquiera pasar tres días perfectos en compañía de mi novio podía ser suficiente. Yo quería más, quería estar todo el tiempo con él. Consentirlo, besarlo, llenarlo de mimos.

Pero nooo, lastimosamente nací pobre y debía trabajar.

—Trece minutos tarde, Fernández —me regañó Norman, cuando finalmente llegué a Storm.

Todavía me dificultaba andar por las calles de Londres y encontrar una empresa tan grande, entre edificios anticuadamente grandes también era complicado.

—Perdonáme, aún no me acostumbro a  la ciudad —me disculpé, con una sonrisa avergonzada. Norman suspiró, llevándome del brazo hasta el backstage.

—En inglés, por favor. Las modelos nos miran mal —me pidió, rojo como un tomate.

Era difícil ignorar las cara de culo que tenían las modelos. Al parecer a ninguna le caía bien una Argentina. Tenía entendido que una de las mejores acá era una modelo francesa, y todas la seguían como si Storm fuese un bachillerato y no una empresa de alto prestigio.

Milipilis

—Ellas me miran mal porque son unas perras envidiosas.

—¡Jazmin! —Norman se acomodó sus lentes, mirando hacia los lados por si alguien me escuchó.

Solté una risotada.

—Bueeeno, ya. Prometo que voy a intentar ser su amiguita, pero son altas víboras, no van a querer, ya vas a ver eh.

Tampoco podía perder la fe en la humanidad.

—Las chicas se han dedicado al modelaje toda su vida. Simplemente les molesta que Storm te contrató por factores diferentes a los de ella, no lo soportan. Así que ten cuidado con ellas.

Sabía que en el fondo Norman me quería.

—Entendido mí capitán.

—¡Chicas, toca fotos en traje de baño! ¡Go! —nos avisó una de las encargadas de vestuario. Norman me empujó ligeramente y todas nos encargamos de correr a la habitación donde estaban los trajes de baño.

A mí me tocó uno bordó, con flores blancas, era muy expuesto. Pero de todas formas me encantaba.

—¿Pero qué piensas lucir con ese cuerpo, mujercita? —volteé a ver a Kamila Valois. La francesa que ya les había contado. Modelo de alto nivel, rubia (teñida), bronceada, de ojos verdes y labios gruesos. Increíblemente alta, su traje de baño celeste lucía perfecto en su cuerpo de diosa.

Le sonreí, sin entender nada. Solía tirarme esos comentarios de mierda desde que había llegado. Y ya empecé a odiar su acento francés.

—El traje ¿No es obvio? —intenté mantener la paz y el amor, para no sacarle canas verdes a Norman.

Kamila soltó una risita delicada, viéndose mil veces más alta en esos tacones blancos. Yo ni con tacones le alcanzaba en altura.

—Pareces una pitufina, sin ofender —claramente quería ofenderme.

—El drama de mí vida —sonreí con ironía y caminé lejos de ella, dejándola con la palabra en la boca.

Nos colocaron brillo en el cuerpo, y un rociador para que nuestro cuerpo se vea más bronceado. También nos retocaron el maquillaje y el pelo. Me colocaron para pasar junto a Kamila y no podía ser más incómodo. Ella sabía destacar más que yo, pero no me afectaba. Apenas estaba creciendo en ésta industria, iría a mi tiempo.

Fugaces | Dibu Martinez (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora