Past; Pasado

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¿Nunca han tenido esa espantosa sensación de querer huir de sí mismos? O mejor dicho ¿Querer huir de su cabeza? Tan siquiera poder borrar cada pensamiento sobre una situación, sobre una persona...

Esa era la sensación con la que Min Yoongi cargaba todos los días desde aquel suceso que lo había marcado, y que probablemente lo atormentaría el resto de su vida.

El alcohol, la droga, la autolesión e incluso el mismo suicidio no son más que gritos desesperados de las personas queriendo escapar de la realidad. Él dejó de culpar a su madre por hacer lo que hacía cuando lo entendió, cuando también tuvo una buena razón para querer huir.

Cada día se sumaban más a la lista, se encontraba sorprendido de no haber recaído, aunque sinceramente ni siquiera le quedaban ganas de fumar sabiendo que había miles de personas señalándolo todo el tiempo por su pasado.

Si ellos supieran... ¿Serían capaces de seguirse burlando de él por algo tan insignificante como el haber estado en rehabilitación?

No seas tonto, sería peor. — se recalcó teniendo que conformarse con un simple cigarrillo, con nicotina. Así manejaba la abstinencia cuando se volvía demasiado insoportable, no era la mejor solución, pero él se esforzaba, se esforzaba demasiado para demostrar que todo lo que había en internet sobre él era parte del pasado o mentira.

Su celular sonó, una notificación en medio de la música que tenía en su computadora. Ni siquiera quería mirarlo por temor a que fuera una nueva publicación difamándolo.

[...]

Tres años atrás.

Hospital psiquiátrico de Busan.

Jimin estaba harto de estar encerrado.

La razón por la que se encontraba en esa situación era por haber sido diagnosticado con sociopatía y leve esquizofrenia. Cosa que no iba a hacer más que manchar la imagen de su familia perfecta, ¿Qué mejor solución que encerrarlo allí?

Sin embargo, él creía que estar entre esas cuatro paredes blancas todos los días simplemente lo habían empeorado. Ningún tipo de terapia hizo que sintiera empatía o preocupación por nadie, no encontraba el sentido a socializar o interactuar con las otras personas.

Las voces en su cabeza sólo repetían lo mismo una y otra vez:

"Escapa y mátalos, ellos te metieron en esto". Y si era sincero ese murmullo constante provocaba que quisiera golpearse contra la pared hasta perder el conocimiento. Maldecía demasiado a sus padres.

Por eso ideó un plan en el que tuvo que trabajar dos meses antes de poderlo ejecutar.

Solían tenerlo con camisa de fuerza puesto que la desesperación que le causaba ver y escuchar cosas todo el tiempo lo llevaba a hacerle daño a los enfermeros o incluso a sí mismo con tal de detener el ruido. Por eso, el primer paso fue fingir que estaba mejorando, teniendo una buena actitud y esforzándose por parecer receptivo a las terapias que recibía a pesar de que las ganas de acabar con todo no se iban.

Luego de esas ocho semanas completamente insoportables por fin había conseguido que confiaran en su mejora y lo liberaran de esa maldita tortura. Engañar a las personas se había vuelto su fuerte.

Luego de aquello todo se volvió relativamente fácil, fingió tomarse el calmante que le daban diario (para evitar un ataque de impulsividad y al mismo tiempo ayudarle a conciliar el sueño), y cuando el enfermero de turno le dio la espalda lo asfixió hasta hacerle perder la conciencia.

Luego de eso simplemente se hizo pasar por él para salir de allí.

Cuando notaron aquello casi veinticuatro horas después, sus padres ya estaban muertos y él estaba en un vuelo a Seúl.

[...]

Cuatro años atrás.

Hogar infantil Daegu.

Llevaba un año viviendo allí, un año desde que esa señora de servicios sociales se lo llevó para dejarlo en ese lugar lleno de niños y personas que él no conocía.

Extrañaba a su mamá, a pesar de todo.

Adaptarse a convivir con ellos fue difícil en un principio, pero Yoongi había aprendido a sobrellevarlo. Su rutina no era demasiado compleja o estricta, sólo tenía que asistir a la escuela de lunes a viernes como un niño de su edad, ayudar en alguna cosa los sábados e ir a misa los domingos.

Nada que le molestara, de hecho, se sintió feliz ese primer año que pasó.

El problema comenzó el segundo y persistió tres más.

El domingo se había convertido en el peor día para él. No precisamente por tener que ir a misa, sino por lo que le ocurría luego de ella cada dos semanas.

Darla era una chica diez años mayor que él, que se encargaba de ayudar al padre ocasionalmente y que se ofrecía a llevar a los niños mejor portados al parque o al cine luego de la ceremonia religiosa.

Excepto que él nunca llegó a comer un helado, montarse en un tobogán o ver una película. En cambio, fue regañado todos los días después de la primera vez que ella se lo llevó por orinarse en la cama mientras dormía.

No corrió con la suerte de ser adoptado así que tuvo que soportarlo, pero fue un estudiante sobresaliente y consiguió una beca para estudiar música en la universidad de bellas artes, en Seúl.

Beca que tuvo la suerte de no estropear por su problema de drogadicción, que realmente también fue ocasionado por Darla. En ese estado de técnicamente inconsciencia era mil veces más vulnerable que cuando estaba sobrio.

Y ella se aprovechó de eso todo lo que pudo.

Obsessed | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora