Red; Rojo

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Poco a poco sentía que se estaba acostumbrando. Al silencio, la soledad que incluso llegaba a sentirse eterna, al paso lento del tiempo, a ni siquiera saber si este seguía transcurriendo, al encierro...

Al trato también, no podía decir que Jimin lo trataba de la mejor manera a cada instante, pero ya se estaba volviendo una normalidad.

Era incluso atemorizante porque realmente ya no recordaba el sonido de las voces de muchas personas que eran allegadas a él antes de todo, no recordaba cómo se sentía ir a la universidad, ir a su trabajo de medio tiempo y de vez en cuando salir a divertirse; no, ahora su vida se había convertido en esto.

Girando en torno a una persona que no lo quería en lo absoluto y eso lo sabía muy bien, aunque a veces su cordura pareciese tambalear sobre la cuerda durante largos instantes.

Instantes. Era lo único de lo que podía hablar con más certeza, no sabía si eran horas, días, semanas, meses... Sólo instantes.

Ese lugar lo hacía sentir más cerca de la muerte o la eternidad después de ella de lo que jamás había estado y aquello le causaba escalofríos de vez en cuando.

Parecía que lentamente Jimin se había comenzado a aburrir de él; lo miraba con más indiferencia que antes, no trataba de convencerlo de que esto era por su bien, le tocaba de vez en cuando y no venía a verlo con la misma frecuencia que al principio.

Siendo sincero no sabía qué debía sentir con respecto a eso. Se sentía nuevamente utilizado para el beneficio de alguien más y no pasaría mucho antes de que también decidiera deshacerse de él para que no fuera un estorbo.

Y él no parecía de las personas a las que les temblaba la mano para asesinar o herir a los demás, lo comprobó por las veces que intentó escapar y por ese conejo que de vez en cuando aparecía en su mente con su pelaje blanco cubierto de sangre.

Lo cierto es que Yoongi se sentía perdido, tal vez distante de la realidad que lo rodeaba; no sabía cómo interpretar lo que vivía, no sabía si era producto de su mente o en verdad estaba sucediendo.

Tal vez el plan de ese chico era dejarlo morir lentamente, ni siquiera recordaba la última vez que había comido bien o dormido bien. No tenía nada mejor que hacer encerrado y atado en esa oscura habitación, pero aun así no le era nada sencillo conciliar el sueño.

Ahora lo único que pedía era que de una forma u otra Jimin le pusiera final a ese círculo vicioso.

Vida o muerte, pero estar entre ambas comenzaba a ser un delirio insoportable.

[...]

Como esperaba y sabía que iba a suceder, Yoongi comenzaba a parecerme demasiado aburrido.

No tenía gracia herirlo o jugar con su mente si ya había caído. Lo vi llorar y lo escuché suplicar tantas veces que ya ni siquiera me traía algún tipo de satisfacción, sólo estrés.

Necesitaba que esa agente de pacotilla se diera prisa con las cosas o no soportaría más y terminaría por asesinarlo y ya.

Después de todo realmente ya no era útil para mí, fue divertido mientras duró, pero ya se estaba volviendo repetitivo.

[...]

Rojo es una voz que apareció en la mente de Jimin cuando tenía tres o cuatro años, pero no comenzó a influir en él hasta los doce, cuando la ausencia tanto física como afectiva de sus padres despertó una emoción en él, y esa era la ira.

Su espectro de esta emoción siempre fue muy alto, lo que significa que casi cualquier situación podía causarle una furia inexplicable, y rojo le hacía sentir la necesidad de ver sangre.

"¡Mátalos! ¡Acaba con ellos de una vez!, ¿Crees que les importas?"

Intentaba ignorarla, sin embargo, ese murmullo se había vuelto constante y cada vez en un tono más alto, desesperándole.

Al final comenzó a desahogarse con animales, los torturaba vivos imaginando que eran sus padres, pero obviamente eso no bastaba, esa voz no se detenía, en ocasiones se materializaba para aterrarle, aunque no había nada que pudiera hacerle sentir miedo.

Después de todo no había distinción entre lo bueno y lo malo para él.

Ellos terminaron por internarlo cuando la sangre de la que sería su hermana menor tiñó las paredes de su habitación llena de juguetes, caricaturas y demás cosas que a todo infante le gustan.

Ese día sus padres juraron que se avergonzarían y arrepentirían de su existencia como su hijo hasta el último día de sus vidas y que si pudieran lo hubiesen enterrado vivo.

No había cosa menos importante para él que esas palabras.

Ellos lo odiaron e hicieron todo lo humanamente posible para que los demás en esa pequeña ciudad olvidasen el hecho de que alguna vez existió, quitaron cada cuadro, quemaron cada foto y guardaron bajo llave todo lo que alguna vez le hubo pertenecido.

Sin embargo, aunque pagaran toda su fortuna a los medios, su nombre sería recordado por cada persona y relacionado como el psicópata que fue capaz de asesinar a su hermana de cuatro años teniendo sólo catorce.

Estar en un hospital psiquiátrico, conviviendo con personas que tenían un estilo de vida y modo de pensar similares a los suyos, sólo quebró por completo lo que quedaba de su cordura.

Obsessed | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora