Capítulo 2

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"Mi Aliado" 

–Yo te he visto antes – escucho una voz masculina acercarse a mí cada vez más –Tu padre era amigo del mío – no le respondo, ni si quiera volteo a verlo –Y tu madre murió en los juegos ¿Cierto?

Le lanzo una mala mirada al chico –Para ser alguien que no se interesa en nadie, sabes mucho de mi vida – sube y baja sus hombros.

Es Nikanor, mi compañero de distrito. El chico tiene dieciocho, pero que mala suerte que en su última cosecha le haya tocado ir los juegos. Tiene el cabello castaño, piel morena, alto, bien fornido, sus labios gruesos. El chico mantiene el semblante serio y no aparta sus oscuros y profundos ojos de mí.

Su mirada llega a incomodarme un poco, me reacomodo en el asiento de mi camarote.

Sé que nuestros padres se conocían y eran amigos, ambos trabajaban en el mismo sector de pesca en el distrito y tambien sé que su padre, no fue tan bueno con él, al igual que el mío.

En la escuela habría un rumor de que el padre de Nikanor lo golpeaba, una vez llegó a la secundaria con el ojo totalmente cerrado y el pómulo morado, casi negro. El dijo que habría estado en una riña con un chico más grande, nadie le creyó sabiendo sus antecedentes familiares.

–Tu padre no fue a despedirse de ti.

Giro mi vista a otro lado que no fuera el chico e ignoro su comentario. No tengo ganas de explicarlo a nadie, especialmente cuando no puedo ni explicármelo a mi misma, no entiendo como el hombre que se dice ser mi padre, ni si quiera fue a ver mi cara por última vez. No le importó.

Y es doloroso, pero trato de no hacérselo ver al moreno.

–¿Necesitas algo?– Le pregunto seca.

Se levanta del asiento y se dirige a la salida, antes de llegar se recarga en el marco, siento su mirada en mi descubierta espalda –Finnick quiere que lo acompañemos en la cena

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Se levanta del asiento y se dirige a la salida, antes de llegar se recarga en el marco, siento su mirada en mi descubierta espalda –Finnick quiere que lo acompañemos en la cena.

Resoplo.

No tenía ganas de hacerlo, no quería saber tácticas, ni estrategias, no querría saber nada sobre los juegos. Se que no puedo cambiar lo que está pasando, pero solo por esta noche deseaba poder ignorarlo.

En mi nueva cama estaba un pantalón gris bombacho y una camisa azul de manga corta, que se me pegaba bien al torso. Me calcé unas sandalias del mismo color de la camisa y salí de mi camarote.

Seguí las voces hasta que llegué con ambos tributos.

Los dos me miraron, Finnick no despegaba su vista de mí, impaciente, me hizo una seña para que me sentara enfrente de él y al lado de Nikanor.

Tomé una taza de porcelana para té, estaba hermosa, tenía simétricos patrones pintados a mano. Le di un sorbo a la bebida, esta deliciosa.

–Bien, me temo que esto será un camino muy duro, pero tengo fé en que alguno de los dos puede sobrevivir.

Los Juegos del Hambre «Finnick Odair»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora