Capítulo 16

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"Mentiras"

Nikanor me había visto revisando su mochila y mentiría si no fuera porque aún tenía la grande manzana en mi mano.

—¿Qué es esto Nik? — le digo levantándome, provocando lo mismo en el tributo pelirrojo —¿Qué no se supone que ya no teníamos comida?

Nikanor se ve furioso, aprieta sus puños y me mira sin mostrar un poco de bondad en ellos.

El chico Gray, mi tierno y compasivo compañero de distrito acaba de provocar algo nuevo en mí. Me ha causado miedo.

—No se supone que revises mis malditas cosas, Eliza.

Por primera vez veo esa nueva faceta en el moreno. Lo he visto molesto, pero nunca lo había estado así conmigo.

—Contéstame carajo.

—Joder— grita —Se supone que son tuyas y mías, no las quería compartir con él. Es nuestra comida.

Gasper parece estar ofendido, iba a decir algo pero Nikanor lo fulmina con la mirada y el chico prefiere callar.

Miro a Nikanor tratando de no hacer notar el nerviosismo en mi rostro. Con cuidado y lentitud coloco mi mano en una de las dagas que estaba en los bolsillos de atrás del traje.

—Por favor linda— el chico se acerca peligrosamente a mí y yo doy un paso para atrás. Su semblante cambia rápidamente a uno preocupado y arrepentido —Tienes que creerme. No quiero que pienses que haría algo para hacerte daño.

Quiero creer que no.

Pero Finnick creó en mí una inseguridad sobre Nikanor que no tenía y me da miedo no poder deshacerme de ella.

Debes ser más lista. Escuché el consejo de Finnick retumbar en mi cabeza. Debía serlo si quería sobrevivir.

—Bien— permito que el desesperado Nikanor se acerque a mí —Está bien, Nik.

El chico me sonríe y me abraza con necesidad.

Pero se siente diferente. Es la primera vez que el chico me abraza y no siento su cariño y protección. Es como si hubieran cambiando al Nik con el que llegué al Capitolio.

El chico deshace el abrazo y me pide que me vaya a dormir. Lo hago sin negarme, aunque obviamente no pude hacerlo.

Sentía que alguien tenía un afilado cuchillo en mi espalda.

Y me causa terror no saber de quién es.

O tal vez si lo sé, pero intento negarlo porque es demasiado doloroso abrir los ojos.

*************

Estaba por amanecer cuando el sonido cañón me sacó del trance. No había podido pegar un ojo porque estaba desesperada, temerosa.

Y cada vez que ese sonido llega a mí, me recuerda el lugar en el que estamos y porque debo mantenerme alerta.

Después la cara de la chica del seis iluminó el cielo.

Dios, como es que hemos llegado a este punto.

—¿Estás bien? — me pregunta Gasper, asiento con la cabeza sin necesidad de darle explicaciones.

—Supongo que ahora las cosas se pondrán peor.

Nikanor tiene razón, este es nuestro séptimo día y solo quedamos cinco.

Hay juegos que duran mucho, un poco más de una semana, los juegos más cortos han durado solo un par de días. Supongo que para el nuestro querrán que se acabe pronto.

Los Juegos del Hambre «Finnick Odair»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora