"Mi sombra"
—Ell, dame un minuto— jadea el moreno.
Nikanor se sentó en un pedazo de tronco seco y presionó en la herida. El chico mejoraba con cada hora que pasaba, supongo que así como los vigilantes hicieron que el veneno se propague más rápido, el antídoto funciona igual.
Su pierna ya no estaba morada, la fiebre había parado desde que le coloqué el suero y su estado físico en general estaba volviendo a ser el mismo.
Igual estaba yo, la pomada había reducido el tamaño de la herida y parado la hemorragia, si dolía, aún me constaba un poco respirar, pero pudo haber sido mucho peor.
Miré hacia la dirección por la que habíamos venido, el fuego había parado un par de horas atrás. Supongo que los vigilantes también deciden cuando iniciar y cuando terminar las llamas.
Nuestro recorrido hacia las montañas nos estaba tomando más tiempo del que pensábamos, aún se ven como una sombra distante que no para de alejarse.
—¿Estás bien? — me siento al lado del chico y le ofrezco la botella de agua.
—Sí— miente. Se ve terrible. Emocionalmente, debe de estar peor. Los dos estuvimos a punto de morir, supongo que es normal estar así de consumidos.
Suspiro.
Me recargo en su hombro. No sé que debemos hacer ahora que los profesionales han muerto.
Los demás tributos son chicos... normales. Apuesto a que ninguno de los que queda ha matado a nadie.
Yo en cambio llevo cinco. En tres días han muerto 16 tributos y yo he sido la culpable de 5.
No es una suma que me haga sentir fuerte. Al contrario. Sé que si llego a sobrevivir, las consecuencias de lo que he hecho serán terribles.
—¿Tú estás bien, Ell?— asiento sin decir nada.
Nos quedamos un minuto en silencio y luego seguimos caminando.
Hasta que el sólido y característico boom del cañón resonó por toda la arena.
Nikanor y yo sacamos nuestras armas y las pusimos en alto.
El ruido no fue muy lejos de aquí.
Supongo que la estrategia de Jhoanna Mason de hacerse pasar por débil pudo haberle funcionado a otro tributo aquí. O puede que lo haya devorado un animal. O que comió la baya que no era.
Esperamos unos minutos en total silencio sin tener suerte de que algo cambiara.
Y entonces seguimos con nuestra marcha, en silencio hasta que un ruido entre la maleza nos sobresaltó.
Nikanor caminó con su espada por donde salió el ruido.
Otro cañón se escuchó y esta vez pude notar el nerviosismo llegar a Nik. Estaba segura de que esto no era nada bueno.
Lancé mi daga en dirección a la maleza que se movía y un quejido de voz de hombre se hizo presente.
Nikanor y yo corrimos al lugar de proveniencia de la voz. La daga le dio en la cara al chico que corría despavorido por su vida, su ropa estaba llena de sangre y en su cara se notaba la locura y el miedo que le dio el vernos.
Otro cañón.
Que carajos está pasado.
—¡No me lastimen! — nos grita —¡Por favor, no me hagan daño!
Nikanor bajó su arma, el chico apenas tenía quince años y algo malo debió de haber pasado si estaba completamente ensangrentado.
—Tranquilo amigo— le dice con voz relajada el moreno. Miro el corte que provoqué en su rostro, no es nada grave, quedará una fea cicatriz, pero al parecer no dañé ninguna estructura importante.
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Los Juegos del Hambre «Finnick Odair»
FanfictionHistoria sobre tus Juegos del Hambre. Tú, Finnick... Y Nikanor Gray Libro 1: Terminado. Libro 2: En proceso.