Capítulo 11. Final

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"El gran final"

Caminamos en silencio hasta el dichoso árbol, con uno de mis cuchillos cortaba desganadamente algunas de las grandes hojas que estorbaban en nuestro camino. Caminamos entre colinas y rocas hasta que el himno del Capitolio comenzó.

Los del uno, Wiress, Chaff, el tributo compañero de mi amiga del siete.

Nadie dijo una palabra. Continuamos el camino hasta que por fin llegamos, el árbol era enorme, gigante, parecía ser viejísimo, aunque en realidad fue creado hace menos de un año por los vigilantes.

—Mínima calcinación— analiza Beetee tremendo árbol —Es un excelente conductor.

Me paré al lado de Finnick mientras el tributo del tres empieza a enredar el uno de los troncos del árbol con su alambre.

—Un rayo contiene hasta cinco mil millones de julios de energía, no podemos estar cerca cuando caiga— el hombre termina y me extiende al carrete con lo que queda del alambre de cobre —Ustedes tres vayan juntas, háganlo con cuidado y que el carrete entero este bajo el agua, ¿entienden? Luego vayan al sector del árbol, las veremos ahí.

—Iré con ellas para cuidarlas— se apresura Peeta.

—No, no, no— se niega el moreno —Tú te quedas a cuidarme a mí y al árbol.

—No, tengo que ir con ellas.

—Hay dos profesionales ahí afuera, necesito dos guardias.

—Finnick puede protegerte muy bien solo.

—Entonces que Finnick, Johanna y Eliza se queden contigo y Peeta y yo llevamos el carrete.

El de anteojos se acerca a Katniss, la examina con los ojos entrecerrados. —Acordaron mantenerme vivo hasta media noche.

—Todos acordamos seguir su plan, ¿recuerdan? — evidencia Johanna.

—¿Hay algún problema? — pregunta mi rubio con fastidio, es obvio que a la chica en llamas no le gusta seguir los planes de nadie que no sean de ella misma.

—Excelente pregunta— Beetee lo apoya.

—No. No hay problema— acepta la del doce, se acerca a los labios de su novio y los besa. Después le susurra algo.

Finnick me mira, con su semblante angustiado y la mandíbula rígida. Me acerco, beso su mejilla y después le sonrío. Si todo sale bien podremos estar juntos.

Es final se acerca, ambos lo sabemos. Y verdaderamente me angustia que no vaya a terminar bien.

—¡Vámonos Katniss! — la apresura Johanna. La chica se acerca y comenzamos a caminar de nuevo hacia la playa.

Nos ayudamos entre las tres, a veces yo cargo el carrete, después se lo paso a Johanna y le sostengo a Katniss su arco para que logre cruzar las piedras enormes que están en el camino. Rodeamos las rocas como podemos, el sol se ha ocultado completamente y aunque deberíamos darnos prisa, avanzamos con cuidado y lentitud. Se escuchan los animales nocturnos chasquear.

—Deprisa, quiero poner la mayor distancia posible entre esta playa y yo, morir frita no está en mis planes— comenta Johanna.

Me detengo cuando Katniss lo hace, el carrete deja de avanzar. Jala una vez sin tener intento, vuelve a hacerlo y el resultado es el mismo —Que pasa con...— jala una vez más, pero esta vez el alambre se desprende, alguien lo había cortado.

Saco dos dagas y las pongo en alto, la cabeza de Brutus se asoma a unos metros. Y cuando Katniss está por matar al profesional, mi amiga golpea su cabeza con una roca, con más fuerza de la necesaria. Eso iba a provocarle una contusión, es seguro.

Los Juegos del Hambre «Finnick Odair»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora