Capítulo 7

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"Mi mentor" 

Finnick camina hacia su habitación y yo lo sigo muy de cerca, la curiosidad me recorre. Su dormitorio era igual de hermoso y grande como el mío.

Se acerca a una de las cómodas y saca algo que trae enrollado en su mano. Lo hace un puño y cuando está cerca de mí, me lo muestra.

Era un hermoso collar plateado con un zafiro pequeño, reluciente, era hermoso.

—¿Lo reconoces?— el chico me lo entrega y yo lo miro escéptica.

—Sí— la voz se me quiebra —Era de mi madre.

Finnick lo toma y me mira esperado una respuesta. Levantó mi cabello y me giro, el chico lo toma y lo coloca en mi cuello. Me miro en el espejo, el rubio detrás de mí no despegaba la mirada.

—¿Cómo... dónde lo conseguiste?— le pregunto, trato de que mi voz no suene quebrada, pero es muy difícil. Lo que el rubio acaba de hacer es... hermoso y es el mejor detalle que alguien ha tenido conmigo.

—Tengo mis contactos— me guiña un ojo y sonríe, su sonrisa es hermosa y los hoyuelos que se le forman lo hacen ver mas sincero, más destellante.

—Finnick...— me doy la vuelta para ver sus deslumbrantes ojos azules que no se separan de los míos ni un milímetro. Me examina, determina si lo que acaba de hacer fue buen idea, y claro que lo fue.

—No agradezcas nena— me sonríe coquetamente. Y esta vez soy yo quien lo envuelve en un abrazo, sin desear soltarlo. Deseando que durara más, un poco más. Finnick acomoda un mechón de mi cabello y recorre mi rostro con las llamas de sus dedos.

Suena el elevador, seguramente es Nikanor. Le doy una última sonrisa al rubio y salgo de su habitación. Corro hacia el recibidor y ahí estaba él, con la mirada dura y el semblante rígido. El moreno me busca y cuando me encuentra sonríe y levanta los pulgares, lo que hacemos para darnos apoyo mutuo.

Me acerco corriendo y lo envuelvo en un fugaz abrazo, Nikanor mantiene la sonrisa aún cuando terminamos el abrazo.

—Supongo entonces que te fue bien— le digo, el chico se rasca la cabeza con nerviosismo.

—Eso espero— me responde —¿Y a ti?

—Eso espero— lo imito. El chico sonríe hasta que Finnick se pone a nuestro lado, el rubio le extiende la mano con una sonrisa sincera y lo felicita.

—Lindo Collar, Ell—me dice Nikanor. 

**********

El tiempo no paraba, al igual que los entrenamientos. La rutina era la misma, nos despertábamos, nos podíamos aquellos uniformes pegadísimos al cuerpo, íbamos a entrenar, regresábamos a ducharnos, cenar y dormir.

Tuve una convivencia mucho más amena con ambos chicos. En los entrenamientos Nikanor estaba la mitad del tiempo a mi lado, entrenando juntos y la otra mitad entrenábamos por nuestra parte. Finnick se notaba más interesado en nuestros entrenamientos. Habíamos estudiado juegos pasados y a los vencedores, observando los puntos fuertes y débiles de cada uno y analizándolos. Todo esto para no cometer errores, porque la arena no perdona.

Mi relación con Finnick es mejor, ya no se nota enojado la mayoría del tiempo y lo entiendo, ser mentor debe ser muy duro, encariñarte con los tributos, después mandarlos a la arena y verlos morir. Ahora el nos anima a dar lo mejor de nosotros, nos dice toda clase de estrategias y trucos para poder sobrevivir.

Y hoy era el día de los resultados de las pruebas individuales.

La espera fue horrible, estaba comiéndome las uñas. El tiempo que pasaba parecía ser eterno y no podía concentrarme en otra cosa.

Los Juegos del Hambre «Finnick Odair»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora