Capítulo 6

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Vean el vídeo.
Por si se preguntan porque Theo James es el perfecto Nikanor 🔥

Joderrr, es que vean esos brazos y esa cara de chico malo 🥰

Joderrr, es que vean esos brazos y esa cara de chico malo 🥰

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"El chico del cuatro"

—¿Estás bien? — pregunta Nikanor, se hace un ovillo a mi lado. Giro a verlo y luce tan atractivo y hostil, como siempre. Hago un sí con la cabeza y resoplo.

—Si sobrevives a los juegos— hago una pausa, combino las palabras educadas en mi cabeza —Que es lo primero que te gustaría hacer.

El chico piensa y mientras lo hace comienza a sonreír, como si un lindo recuerdo llegara a su cabeza instantáneamente.

—Darle un beso y un abrazo a mi madre— sonrío melancólica. Jamás pensé que el popular, arrogante e idiota chico Gray del distrito cuatro, tuviera este lado cursi y sobre protector.

—¿Y tú, bombón?

Ignoro el nuevo apodo que me da y trato de no sonrojarme. 

—No lo sé— la presencia del moreno me hace sentir un poco mejor. Menos sola, menos insegura.

El chico no hace ninguna pregunta más, él nota como estoy sufriendo, como todo lo que ha pasado en mi vida pesa en mis hombros y como no puedo deshacerme de esa carga aun estando a miles de kilómetros de distancia de casa.

—Yo no recuerdo a mi madre ¿sabes?— Nikanor no me contesta, siento su mirada afligida posada en mis oscuros ojos. Inesperadamente, toma una de mis manos y la envuelve en las suyas, me da un ligero apretón y yo no aparto su acogedor agarre.

Suspiro.

—Mi mamá fue tributo cuando yo recién tenía un año, obviamente no recuerdo nada de ella— Nikanor no despega su mirada de mí —La he visto por televisión en las grabaciones de los juegos o en fotos que tengo en casa y ella era hermosa— sonrío recordando sus hermosos ojos verdes y el cabello negro azabache —Mi padre cuidó de mí hasta que conoció el alcohol.

Me remuevo en mi lugar. Recordando las peleas, los gritos, mi desesperación al buscarlo por todo el distrito y finalmente encontrarlo durmiendo cerca de la orilla del mar o en algún callejón solitario.

—Un día llamaron a la puerta, yo tenía catorce años cuando me dijeron que papá había peleado estando bastante ebrio y le dieron una paliza— sonrío con nostalgia —Esa fue la primera vez que me prometió nunca volver a probar una gota de alcohol. Después yo solo... dejé de contarlas. Aprendí a cazar, a buscar comida y luego venderla. Entonces el dinero solo desaparecía y mi padre llegaba ahogado en la madrugada.

Me sorbo la nariz y quito la lágrima que había derramado.

—Vaya mierda— Es lo único que responde.

Nos quedamos unos minutos en silencio, el chico hacia caricias en el dorso de mi mano. Su cercanía me mantenía tranquila, en un estado de paz. Estoy tan necesitada de amor y atención que me doy repulsión a mi misma.

Los Juegos del Hambre «Finnick Odair»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora