Capítulo 3

692 52 10
                                    

"A mi lado"

Estábamos por legar al Capitolio para los juegos, con dos tributos asustados, un mentor que iba a ausentarse por "negocios" casi todo el tiempo y una mentora novata que estaba igual de aterrada que los chicos a los que tenía que instruir.

Llegamos y yo aún era el centro de atención, tuve un montón de entrevistas y ofertas de diseñadores para usar sus ostentosos vestidos durante mi estancia en el Capitolio de este año. Incluso llegué a recibir dos propuestas de matrimonio y algunas ofertas sobre amistades y algo más.

Deseaba poder regresar a casa con mi padre y con Mags, deseaba escuchar los ladridos eufóricos y el ruido de las patitas que corren a saludarme.

El primer día fue agotador, y no fue muy bueno para mis tributos, su presentador les puso un ridículo vestuario como pompas de jabón de un color verde chillante.

Se veían patéticos.

Agradecí internamente que Jann me hiciera ver fabulosa todo el tiempo y que aún seguía haciéndolo. Pues Finnick y yo nos veíamos mucho mejor que los que de verdad importaban.

Mi creativo diseñador siempre me ha presentado con atuendos en tono azul y ahora hacía lo mismo con mi ex mentor. Quien ese noche lucía guapísimo.

Elegante, implacable, atractivo. Con sus gafas, su traje y sus abrigo.

Yo en cambio traía puesto un vestido del mismo color azul rey del traje de Odair, se pegaba a mi cuerpo favoreciendo las curvas y dejando mi espalda al descubierto.

—Ya veo porque Finnick quiere acostarse contigo.

Veo de arriba abajo a la mujer frente a mí. Su cuerpo delgado, sus caderas anchas y cintura de avispa, cabello azabache, nariz puntiaguda. Johanna Mason.

—Si te preguntas si tu hombre y yo nos hemos revolcado— se acerca a mí, me desnuda con la mirada, siento como invade mis pensamientos, este chica suele ser bastante desagradable si no conoces su retorcido humor —La respuesta es no, aunque claro que las ganas no han sobrado.

Muestra una sonrisa fanfarrona. Me cruzo de brazos tratando de no darle importancia.

—Porque me interesaría que tú y Finnick se hayan acostado— le digo con desdén.

La mujer suelta una risa furtiva y muerde su labio, se cruza de brazos e inclina ligeramente su cabeza —Porque entonces Finnick ya se habría follado a medio Panem y a ti no— niega con diversión —No eres tan especial como yo pensaba.

—Ah ya— digo fingiendo que no me ha molestado —Supongo que  siempre eres así de perra solo para figurar.

La chica se me queda viendo entre indignada y divertida.

—No eres más que una zorra más con vestido bonito.

—¿Y tu aún te sigues metiendo con hombres para dejar de sentirte sola?

—No— dice con sinceridad —Ahora también lo hago con mujeres.

Fue entonces cuando las dos soltamos una risilla, divertidas. No es la conversación que imaginas tener con Johanna Mason cuando la ves tan cerrada y aburrida por televisión.

Finnick se acerca con nosotros y nos muestra una sonrisa, el chico me extiende su mano y la entrelaza con la mía.

—¿Todo bien por aquí? — la pelinegra y yo compartimos miradas cómplices y ella asiente, ve pasar a sus tributos y se despide secamente.

—Y Odair— le dice grita mientras se aleja, los extraños se giran hacia ella —Si no te acuestas con ella, entonces lo haré yo.

Siento mis mejillas encenderse. Esta chica no tiene remedio.

Los Juegos del Hambre «Finnick Odair»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora