Oculta bajo una capa y una capucha y vestida con ropas de granjera, Sam cabalgaba en dirección sudeste, siguiendo siempre la dirección en donde el objeto cilíndrico brillaba con más fuerza. Llevaba ya varios días de viaje, atravesando bosques y valles del Imperio, con la esperanza de que, al final de aquel camino, pudiera encontrar las respuestas que tanto ansiaba.
Muy detrás quedaba ya la granja, donde había dejado a Ruby al cuidado de Patricia. Pese a que aún le duraba el rencor, sabía que la granjera cuidaría bien de su hija, de la misma forma que cuidó de ella.
Ambas habían accedido a encubrirla ante la Guardia Real diciéndoles que se encontraba indispuesta, recluida en la que antaño fue su habitación, y que el Capitán se encargara de todo hasta que ella se recuperase. Incluso se llevó uno de los caballos que Patricia tenía en su establo en lugar del suyo para no levantar sospechas.
Aquello le daría unos días, pero desconocía cuanto más podrían mantener esa mentira. El Capitán de la Guardia Real no desobedecía ninguna orden suya, pero si ocurría algo urgente, no dudaría en querer hablar con ella a toda costa. Lo único que podía hacer era pedirle a los dioses que aquello no ocurriera mientras estaba fuera.
Sin embargo, aún quedaba Alex. Ella ya habría llegado a la granja y su hija y su madre no habrían podido mantener la mentira, ya que querría verla cuanto antes; especialmente, si estaba enferma. Por ello, les había dado instrucciones a Ruby y a Patricia de que le contaran la verdad y le pidieran guardar el secreto, además de decirle también que ella ya le daría explicaciones cuando regresara. Solo quedaba esperar que el amor que Alex sentía por ella fuera más fuerte que su deber y accediera a guardarles el secreto. Si no lo hacía, lo primero que haría sería informar a Metrópolis y Lena se enteraría de lo que había hecho. No quería ni imaginarse su reacción al saber lo que había hecho.
Trató de no pensar en aquello y continuó su viaje hasta que, finalmente, llegó a un lugar donde no quería ni meterse, por lo que detuvo el caballo. Ante ella se encontraba lo que se conocía como el Valle de la Muerte, un páramo que se extendía hasta donde alcanzaba la vista y donde ni el Ejército Real se atrevía a pasar. Al igual que los Bosques de Starling, el Valle de la Muerte era uno de esos lugares que se encontraban dentro de las fronteras del Imperio Metropolitano, pero donde la Corona no tenía el control total. El lugar era prácticamente un desierto donde se decía que los que se aventuraban a entrar jamás volvían, por eso todos los viajeros preferían bordearlo, aunque aquello supusiera hacer sus viajes más largos.
Sin embargo, el objeto cilíndrico le indicaba que tenía que entrar en él para continuar el camino. Aquello era una locura. El agua y las provisiones que llevaba casi se habían agotado y, aunque las hubiera repuesto, eso no garantizaba que saliera de aquel lugar con vida. No obstante, se dio cuenta de que el objeto cilíndrico brillaba con mucha más fuerza que antes, por lo que el final del camino podría estar cerca.
Avanzó lentamente con el caballo, adentrándose en aquel lugar infernal. No pensaba cruzarlo por completo, tan solo adentrarse lo justo para poder salir de él si se arrepenría. Si no encontraba nada, regresaría por donde había venido lo antes posible. Sin embargo, antes decidir dar por finalizada la búsqueda y regresar, la luz del objeto cilíndrico se apagó.
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EL REINADO
FanfictionLa saga Resurgence continúa. Los daxamitas ya no son una amenaza, pero aún son muchos los enemigos de Lena que están dispuestos a destruirla y hacerse con su trono. Pero también son muchas las personas que darían su vida para protegerla. Como Kara...