ARGO

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En la última ciudad krytoniana sobre la Tierra, todo era euforia y alegrías. La noticia de la muerte de Rhea y la derrota del ejército daxamita había sido acogida con entusiasmo entre la población y, cuando regresó a la ciudad al frente de sus tropas, Alura fue recibida con vítores y aplausos.

Más adelante, en la primera reunión que celebraba el Consejo Supremo tras su regreso, las cosas no fueron tan joviales. Como siempre, Selena fue la voz más discordante del Consejo, continuando con las críticas hacia su decisión de marchar con el ejército de la ciudad en ayuda de Metrópolis, dejando la cúpula de energía generada por la piedra negra como única defensa de la ciudad.

– No entiendo esa actitud negativa, Selena –le reprochó –. El que fue el mayor de nuestros enemigos, al que creíamos destruido, había regresado. No podíamos quedarnos cruzados de brazos. Tarde o temprano, habrían atacado Argo y ni nuestros ejército ni la cúpulas los habrían detenido.

– ¿No crees que Argo tenga capacidad para detener a los daxamitas por si sola? –respondió Selena.

Alura no pudo evitar sonreír de forma irónica.

– Los kryptonianos somos fuertes, pero ya quedamos pocos. Tú no viste el ejército daxamita, era inmenso. Incluso el todopoderoso ejército metropolitano parecía insignificante en comparación. Cuando nos sublevamos contra los daxamitas éramos un pueblo enorme, tan numerosos como ellos. Cuando destruimos Daxam y los expulsamos del Continente, creamos nuestro propio imperio, el más grande y avanzado que el mundo ha conocido. Ahora, solo queda esta ciudad y los kryptonianos que habitan en los reinos humanos.

Selena rodó los ojos.

– Ya estamos otra vez con las lecciones de historia... –dijo fastidiosa.

– Precisamente. Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Aprender de los errores del pasado es la mejor forma de no repetirlos en el futuro. Desgraciadamente, para nosotros ya es tarde, jamás volveremos a ser lo que fuimos en el pasado, pero podemos ayudar a los humanos a no cometer los errores que nosotros cometimos.

Selena alzó una mano en señal de paz.

– Está bien, no me sermonees de nuevo. Puede que me opusiera al envío de nuestro ejército a Metrópolis y aún me sigue pareciendo una mala idea. Si dejé de oponerme fue porque la mayoría del Consejo votó a favor. Pero, lo hecho, hecho está. Ahora, lo que me preocupa es el arma que Lena Luthor utilizó para ganar esta guerra, un arma que fue capaz de aniquilar a todos los daxamitas del mundo en cuestión de minutos.

– A todos no. Te recuerdo que el príncipe de Daxan y yo logramos salvar a cientos de ellos enviándoles a las estrellas.

– Pero, cambió la atmósfera y la llenó de plomo. Ahora, este mundo es inhabitable para los daxamitas. Y si deciden hacer lo mismo con nosotros, llenar la atmósfera de piedra verde y exterminarnos a todos los kryptonianos. Tengo entendido que aquel era el propósito del rey Lex cuando trajo esa caja infernal al Continente.

Muchas expresiones de horror empezaron a verse entre los miembros del Consejo, algo que Alura advirtió.

– Además –continuó Selena –, por lo que tengo entendido, ese arma aún no ha sido destruida.

– Ese arma no puede destruirse. Es una de las Cajas de Pandora, si llegara a destruirse, podría arrasar todo el mundo. Es solo una leyenda, pero nadie en su sano juicio querría arriesgarse.

– Pero, mientras esté en poder de los humanos, supone un peligro ¿Y si deciden utilizarla contra nosotros?

– Por eso no te preocupes. La reina Lena no quiere ese arma en Metrópolis ni en el Continente. Planea enviarla a un lugar remoto, donde sea casi imposible recuperarla.

EL REINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora