METRÓPOLIS

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Con sus verdes ojos muy húmedos y rojizos, Lena no paraba de mirar como los maestres, con Winn a la cabeza, examinaban a la inconsciente Kara. Le habían curado las heridas, vendado los huesos rotos y aplicado ungüentos sobre los moratones, pero seguía sin despertar.

El Gran Maestre, cabizbajo, se acercó a ella.

– ¿Cómo se encuentra? –preguntó la reina desesperada.

– Se encuentra estable, Majestad. Pese a algunos huesos rotos, no tiene ninguna herida interna. Su vida no corre peligro.

– ¿Y por qué no despierta?

Winn suspiró antes de contestar.

– Recibió una paliza muy grande. Un humano jamás habría sobrevivido a aquello. Su fuerza kryptoniana la protegió, pero no del todo. Desconocemos cuando volverá a despertar. Lo único que podemos hacer es dejarla en un lugar donde le de la luz del Sol y reactive sus poderes kryptonianos para que sus heridas sanen más deprisa y sus huesos se suelden pronto.

– Hacedlo lo antes posible. Ahora, dejadme unos minutos a solas con ella mientras lo preparáis todo.

El Gran Maestre asintió y les hizo un gesto a los otros maestres antes de que todos salieran de la habitación, dejando a la reina sola con la kryptoniana.

Lena se acercó al inerte cuerpo de Kara, tumbado boca arriba sobre una camilla, con su desnudo y magullado cuerpo cubierto con una sábana. Alargó un brazo y, con la yema de sus dedos acarició su amoratado rostro y sus rubios cabellos, manchados con tierra y sangre seca, mientras unas lágrimas le caían por las mejillas.

– Kara... –decía entre sollozos – Cómo has podido ser tan estúpida... ¿No aprendiste la lección de cuando te enfrentaste tú sola a Rhea...? Sé que lo haces para protegerme... pero no puedes arriesgar tu vida de esa manera... ¿Cómo podrás protegerme si mueres...? –unos sollozos más fuertes le hicieron hacer una pequeña pausa – Por favor... no me dejes... No quiero perderte... Te necesito...

Unos golpes en la puerta la interrumpieron. La reina cambió su expresión triste por una de furia.

– ¡Maldita sea!! A penas ha pasado un minuto, dejadme más tiempo.

La puerta se abrió, apareciendo Maggie tras ella.

– Lo siento, mi reina, pero tenemos un problema.

Las cejas de Lena se arquearon mucho.

– ¿Es Reign? ¿Ha vuelto?

La Gran Comandante de la Guardia Real negó con la cabeza.

– No es Reign. Pero esa mujer ha aterrizado en el patio de armas montada sobre un murciélago gigante –puso rostro de preocupación –. Sólo las brujas y los hechiceros son capaces de montar a esos bichos. Por lo que esa mujer debe ser una bruja.

El rostro de preocupación de Maggie cambió por uno de sorpresa cuando vio que una ligera sonrisa se dibujaba en el rostro de la reina.

– No os preocupéis. Estaba esperando la llegada de esa bruja ¿Dónde se encuentra ahora mismo?

Maggie frunció el ceño antes de responder.

– Continúa en el patio de armas montada sobre el murciélago y no ha hecho nada desde entonces. Sin embargo, ordené a la Guardia Real que la rodease y están a la espera de que les de nuevas órdenes. Quise hablarlo con vos antes de tomar una decisión.

– ¿Qué no se le haga ningún daño? No es una bruja peligrosa. Además, ha vendido a ayudar.

El ceño de la Gran Comandante se frunció más.

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⏰ Última actualización: Oct 09 ⏰

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