CORTO MALTESE

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Toni despertó lentamente. Estaba desorientada, su cabeza no paraba de darle vueltas y su cuerpo estaba muy dolorido; aunque, lo que más le dolía era la cabeza, donde tenía un fuerte golpe. El sonido de las olas, junto con la arena que se le pegaba a su mojada piel y sus mojados cabellos, le indicaban que estaba en una playa. Se incorporó trabajosamente y miró en derredor. Todo estaba muy oscuro y su vista aún estaba borrosa pero, poco a poco, empezó a ver mejor y las nubes que cubrían el cielo se fueron apartando, dejando al descubierto una gran luna que iluminó todo el lugar.

Efectivamente, estaba en una playa. Pero, lo que vio alrededor de ella la llenó de horror. Aquel lugar era un cementerio de barcos. Mirara a donde mirara, había barcos naufragados por todas partes.

Aterrada, se puso en pie y comenzó a buscar con la mirada para ver si el Venture era uno de esos barcos naufragados mientras a su mente empezaron a llegar recuerdos de lo que había sucedido.

Esa misma mañana se encontraba en la cubierta del Venture, asomada a la proa del barco, mirando el horizonte con ojos vidriosos. Detrás de ella, Archie y Veronica practicaban con las espadas, Jughead escribía algo utilizando un barril como mesa y Betty daba de comer a Ginger, su grifo favorita, a la que llevaron con ellos para ayudarles a inspeccionar la isla desde el aire una vez llegaran. A Sara a penas se la veía, ya que pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo en su camarote. Era la primera vez que navegaba en un barco sobre el que no tenía ningún tipo de responsabilidad, así que decidió pasar la mayor parte del viaje descansando para así, según ella, tener la mayor parte de sus fuerzas intactas cuando llegaran a su destino, el cual se intuía peligroso.

Tras acariciar una última vez a Ginger mientras esta terminaba de devorar las nutrias marinas que le había dado, Betty decidió acercarse para hablar con ella.

– ¿Cómo te encuentras, Toni? –le preguntó preocupada.

– No muy bien, Betty –le respondió sin despegar la mirada del horizonte –. No dejo de pensar en Cheryl. Tengo mucho miedo de perderla para siempre.

– No la perderás –replicó Betty posando una de sus manos sobre uno de los hombros de la morena –. Llegaremos a Corto Maltese y la liberaremos de las garras de esa antepasada suya. Para eso hacemos este viaje.

– Lo sé. Y no hay nada más que desee que llegar a esa isla y rescatarla. Pero, no paro de pensar en lo que ocurrirá si no tenemos éxito ¿Qué quiere hacerle Abigail? Esa bruja tiene planes y Cheryl forma parte de ellos.

 – Sea lo que sea lo que quiere, no se lo permitiremos. Puede que Cheryl sea una chica muy difícil, pero todos los que estamos aquí la queremos y estamos dispuestos a arriesgar nuestra vida para salvarla.

Toni suspiró. Se volvió hacia Betty e iba a decirle algo cuando la puerta que daba hacia los camarotes se abrió bruscamente y Sara apareció por ella agarrando a un miembro de la tripulación al que tenía inmovilizado con un cuchillo sobre su garganta. El capitán y otros miembros de la tripulación cogieron armas y la rodearon, pero pronto Toni y los demás se interpusieron entre ellos.

– ¡Por todos los dioses! ¿Qué está pasando aquí? –preguntó Toni tan asustada como atónita.

– Se suponía que estabas aquí para ayudarnos, no para atacar a los nuestros –le reprochó Veronia a Sara.

– Yo no soy la atacante  –respondió Sara furiosa –. He sorprendido a este malnacido intentando degollarme mientras dormía.

– Es lo menos que te mereces, sucia pirata... –dijo furioso el marinero inmovilizado –. Saqueaste mi barco y nos dejaste atados a un mástil...

– He saqueado muchos barcos, especifica más –respondió Sara sin tan siquiera negar la acusación.

– Hace tres años... Yo iba a bordo del Narval Dorado...

EL REINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora