METROPOLIS

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La situación no hacía más que empeorar. Lena hacía todo lo que podía con sus salidas de la Fortaleza Luthor para levantar el ánimo de la población, pero los asesinatos se seguían sucediendo y el asesino continuaba burlando a la Guardia Real y a la Guardia de la Ciudad.

Kara sufría mucho por Lena. En público, ella debía mantenerse fuerte, sus súbditos no podían ver a su reina derrumbarse. Pero la kryptoniana podía ver su verdadero estado de ánimo cuando estaban en privado. La reina estaba aterrada. Se había encontrado con una situación que la estaba superando y a la que no sabía combatir y eso le hacía sentirse débil. Kara no quería ni imaginarse que sucedería si no estuviera ahí para consolarla.

Esa noche, después de que Lena se durmiera tras un largo rato llorando en sus brazos, Kara se reunió en secreto con J'onn en los jardines de la fortaleza. 

– Tengo que hablar de nuevo con Coville.

Los ojos del Gran Comandante se abrieron como platos al escuchar aquello.

– No creo que sea prudente que hables de nuevo con ese fanático.

– Ese fanático sabe más de lo que dice. Tiene las claves de lo que está pasando, pero no las compartirá con nadie más.

– ¿Y qué te hace pensar que las compartirá contigo?

– Se supone que yo soy su salvadora. Si le hago creer que estoy dispuesta a cumplir la misión que, según él, Rao me ha encomendado, quizá logre que hable.

– Ese tipo no es idiota, se dará cuenta de que le engañas.

– Trataré de ser lo más convincente posible.

Tras un pequeño rato, la kryptoniana logró convencerle y la llevó de nuevo a aquellas mazmorras. Encontró a Coville de la misma forma que lo vio la vez anterior y, por como la miró, se dio cuenta de que la esperaba. Frente a la celda, habían dispuesto de nuevo una silla para ella.

– Sabía que volverías, ahora que se está produciendo la Obra de la Bestia.

Kara lo miró fijamente muy seria.

– Llámala por su nombre, Reign. Conozco sus orígenes. No es ninguna semidiosa, sino una abominación creada mediante magia negra por kryptonianos fanáticos.

El tipo sonrió.

– Veo que has hecho los deberes. Pero, sus orígenes no importan. Tú misma lo has dicho, es una abominación. Y esa abominación seguirá matando hasta que aceptes tu destino y salgas a hacerle frente. Y debes darte prisa, porque el tiempo se agota.

Kara frunció el ceño.

– ¿A qué te refieres con que el tiempo se agota?

Coville sonrió de una forma que asustaba.

– Ya te conté cuales son los tres pasos. Primero llega la Marca de la Bestia; la habéis visto por toda la ciudad. Luego llegará la Obra de la Bestia; la estáis padeciendo en estos momentos. Y, finalmente, llegará el Reinado de la Bestia. Y este está cada vez más cerca. La bestia se está cansando de estar en las sombras, quiere salir a la luz y comenzar su reinado. Y lo hará tarde o temprano y, créeme, esta ola de muertes que está sufriendo Metrópolis no será nada cuando eso ocurra. Pero, eso no será lo peor. Lo peor será como querrá comenzar su reinado.

Kara estaba cada vez más inquieta.

– ¿Cómo lo comenzará? –preguntó ansiosa.

Coville clavó sus ojos en ella.

– ¿No lo adivinas? ¿Qué mejor forma de presentarse para una nueva reina que sosteniendo la cabeza de la reina a la que acaba de derrocar...?

Los azules ojos de la kryptoniana se abrieron como platos mientras Coville sonreía maliciosamente.

EL REINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora