EL REINADO

METRÓPOLIS

El misterioso asesinato de la traidora Kelly Olsen fue el principal tema a tratar en el nuevo Consejo que Lena creó tras la guerra con los daxamitas. 

Lena, como la Reina, lo presidía desde la cabecera de la larga mesa rectangular. Sentados a ambos lados de ella estaban Sam, su Gran Consejera, sentada en el lado derecho, y J'onn, Gran Comandante del Ejército Real y Consejero de Guerra, sentado en el lado izquierdo. En ese mismo lado se sentaban Cat Grant, Consejera de los Rumores, Maggie, en calidad de Gran Comandante de la Guardia Real, y había un asiento vacío donde debía sentarse Andrea Rojas, la nueva Consejera de Edictos, quién aún permanecía en el Norte para organizar los funerales de su padre y asumir el cargo de cabeza de la Casa Rojas y Protectora del Norte. En el lado derecho se sentaba Winn en calidad de Gran Maestre y había otros dos asientos vacíos. Uno era el de Sara Lance, Consejera de Barcos, quién en aquellos momentos se encontraba en el sur del Continente, y el otro era el del nuevo Consejero de la Moneda, William Clayton, el hijo de Oliver Queen, quién aún no había llegado para asumir el cargo. En cuanto a Kara y Alex, como era habitual, se sentaban en el otro extremo de la mesa.

Winn expuso ante los presentes su teoría sobre el asesinato. Según determinó, Kelly se infiltró en la Fortaleza Luthor aprovechando que conocía los túneles que hay bajo el castillo con intención de asesinar a la reina o a alguien importante de la Corte. Llegó a asesinar a varios soldados de la Guardia Real para quitárselos de en medio, pero no pudo llegar a su objetivo, ya que se encontró con una persona o un ser dotado con una fuerza e invulnerabilidad sobrehumanas que la mató rompiéndole el cuello y luego arrojó su cadáver contra un muro o una pared de piedra. Esto era lo que más extrañaba a Winn y a los demás, el por qué lanzar el cuerpo con fuerza sobre una superficie dura cuando ya la había matado. Era un claro ensañamiento con el cadáver, como si el asesino la despreciara o algo por el estilo.

– Así que tenemos un asesino sobrenatural suelto por Metrópolis –dijo Cat Grant en cuanto Winn terminó su exposición.

– Puede que ya no esté –dijo Sam –. El ensañamiento con el cadáver hace que sea posible que esa cosa fuese enviada a asesinarla. De ser así, al haber cumplido su cometido, podría haberse largado y volver a de donde haya venido.

– ¿Y quién podría querer matar a Kelly Olsen? –preguntó Winn ceñudo – Sólo se me ocurren los daxamitas, como represalia por haberles fallado, pero estos ya no están.

La Gran Consejera se encogió de hombros antes de contestar.

– Es posible que tuviera otros enemigos. Quizá esta no fuera su primera traición.

– Lo que dices es coherente –le dijo Lena –. Pero, aún así, no debemos bajar la guardia –miró a Maggie –. Te pongo al mando de la búsqueda de esa cosa. Quiero que registres toda la ciudad si es preciso. La guardia de la ciudad también estará a tu disposición. Pero, eso si, se discreta. Si preguntan, di que estáis buscando espías humanos de los daxamitas que se pudieron haber infiltrado en la ciudad durante la batalla.

Maggie asintió.

– Cómo ordenéis, mi reina.

– Yo puedo poner al ejército a registrar los terrenos que rodean la ciudad –dijo J'onn –. El problema es que no sabemos con qué estamos tratando y como poder combatirlo. Con los daxamitas, al menos, sabíamos que el plomo los debilitaba.

– Imposible que sea un daxamita –dijo Sam –. Todos están muertos o se fueron de este mundo. Por no hablar de que el aire que respiramos ahora es mortal para ellos.

– Lo único que hay en Metrópolis que iguale en fuerza e invulnerabilidad a los daxamitas son los kryptonianos –dijo Cat Grant –. Y en la Fortaleza Luthor tenemos una de ellos –miró a Kara, cuya piel se erizó al sentir los inquisitorios ojos de la Consejera de los Rumores clavados en ella.